• febrero 18, 2021
  • No hay gloria sin cruz

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  • Detalle de lo tratado

    Introducción
    Enseñando el manejo del dinero
    Enseñando constancia y perseverancia
    No hay gloria sin cruz

    Introducción
    Recuerdo que cuando mis hijos eran pequeños e íbamos al supermercado, a veces les decía que no me pidieran nada, porque iba con un presupuesto limitado. O a veces les decía que podían escoger solamente una cosa. Pero cuando no iba con un presupuesto restringido, sencillamente no les decía nada, porque sabía que ellos me iban a pedir algo de todas formas.

    Y es que a los niños les cuesta entender el valor de las cosas. Ellos no entienden de presupuestos o del costo de vida, tampoco entienden lo que cuesta ganar dinero para poder comprar lo necesario. Cuando me pedían dinero les preguntaba para qué lo querían. Si podía se los daba, y si no, les decía que no tenía dinero para eso.

    Nuestro deber como adultos es enseñarles que todo lo que vale la pena en esta vida tiene un precio y debemos aprender a pagarlo y a luchar por lo que queremos. No se puede ir al cielo sin pasar por la muerte y no hay gloria sin cruz.

    Enseñando el manejo del dinero
    A los niños debemos enseñarles sobre el manejo del dinero en casa, para que así puedan ir aprendiendo en una época de sus vidas en que tienen una alta capacidad creativa y de imaginación.

    Siempre me ha parecido importante enseñarles a mis hijos el manejo del dinero desde muy pequeños, porque así aprenden el valor y el costo de las cosas en la vida. Pero siempre cuidando de no ponerles cargas encima que debía llevar yo.

    Una idea que es muy conocida en cuanto a enseñar el manejo del dinero, es realizando el presupuesto 10-10-80. Este presupuesto se basa en la premisa de que un hogar no requiere más del 80 por ciento de sus ingresos para vivir cómodamente. El desglose es así:

    * El 80 por ciento de los ingresos de la familia es invertido en alimentos, servicios públicos, alquiler, ropa y otras necesidades.
    * El 10 por ciento es para Dios, obras de caridad, diezmos, ofrenda, etc.
    * El 10 por ciento restante se destina a una cuenta de ahorros o inversiones para el futuro.

    De esta forma les enseñamos a nuestros hijos, desde muy pequeños, a darse cuenta de que todo en la vida tiene un costo y que las cosas buenas cuestan y requieren de esfuerzo, trabajo y dedicación. De esta forma no despilfarran el dinero que con sudor se gana.

    Enseñando constancia y perseverancia
    Otro valor muy importante que les enseñé a mis 7 hijos es a no rendirse, a ser constantes y perseverar. Por ejemplo, si comenzaban un deporte, un curso o una actividad extracurricular, nos asegurábamos de que no a abandonaran a la mitad. Aunque no les gustara la actividad que habían elegido, debían terminar lo que habían comenzado. Si después decidían no regresar, se lo permitíamos. Pero les enseñamos que todo en la vida requiere de esfuerzo, sacrificio y a veces dolor en el proceso.

    A nadie le gusta enseñarle la realidad de la dura vida a sus hijos, pero tenemos que hacerlo, recordándoles que el dolor y el esfuerzo son parte de la vida y son necesarios para crecer.

    Todo lo que vale la pena en esta vida tiene un precio y debemos aprender a pagarlo y a luchar por lo que queremos. No podemos graduarnos sin antes estudiar por muchos años. No se puede tener un bebé biológico sin antes parirlo con dolor. No se puede ir al cielo sin antes pasar por la muerte. Ni siquiera Jesús, el propio hijo de Dios, lo hizo. Pero lo que sí hace es conectar sus sufrimientos en la cruz con la gloria de la resurrección. Él nunca podría haber resucitado si primero no hubiera muerto.

    Siendo Dios, el Señor Jesús no tenía por qué morir. Sin embargo, se dejó arrebatar la vida para que todos los pecadores, entre ellos tú y yo, podamos ser perdonados y recibidos en la gloria eterna. Alguien dijo que «todos queremos ir al cielo, pero sin pasar por la muerte». Claro, todos queremos la gloria, pero sin la cruz, porque la cruz no nos es natural. Pero sin la cruz, no hay gloria.

    Recuerda que en la sección Recursos de esta página
    puedes descargar gratis el folleto
    «¿POR QUÉ MURIÓ JESÚS?».

    CONCLUSIÓN
    A nadie le gusta sufrir, pero el sufrimiento a veces es necesario. A veces el crecer duele. Por eso, a pesar de los gritos de la sociedad que contradicen nuestros valores y nuestra fe, debemos aprender a escuchar a Dios. Cuando miramos a nuestro alrededor nos damos cuenta de que hay muchos que cierran sus oídos a la voz de Dios, que no quieren saber nada de planes eternos, ni de una cruz, ni de resurrección, ni de gloria. Hay demasiadas personas que están ocupadas buscando su propia gloria, muy efímera por cierto, y de ninguna manera eterna.

    Necesitamos escuchar a Jesús porque él es la voz de Dios. Jesús tiene mucho que decirnos a través de su Palabra, cuando escuchamos su predicación, cuando leemos su historia, cuando vemos la forma en que trató a los pecadores más condenados por la sociedad, la forma en que se encargó de proveer por las necesidades de los pobres, los ciegos, los despojados y rechazados.

    A causa de la cruz y la gloria de Jesús, Dios nos perdona y nos transporta a la cumbre de la vida para estar con él disfrutando de su gloria. Acerquémonos a ese Cristo resucitado para conocerlo personalmente y así poder caminar el camino que nos toca recorrer, compartiendo con otros lo que el Señor ha hecho por nosotros.


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