El tema que traemos hoy es acerca de una realidad innegable en nuestra sociedad hoy en día. El concepto del matrimonio entre los latinos es generalmente muy respetado. Pero, ¿qué pasa si nuestra pareja es infiel, si nos abandona o si nos abusa? Hoy intentaremos contestar estas preguntas y también dar esperanza a aquellas personas que han tenido que pasar por un divorcio.
Primero que nada, queremos aclarar que el divorcio es contrario al diseño original y la intención de Dios para el matrimonio. Y aunque el divorcio se puede justificar bíblicamente en ciertas situaciones (que aclararemos y mencionaremos en un momento), siempre es preferible que las parejas perdonen y trabajen para sanar y fortalecer su matrimonio. Pero, como no hay dos situaciones iguales, hay que tratar cada caso con las personas que están luchando con el tema del divorcio en su pasado o presente.
Si quieres más información en cuanto a este tema, hemos hecho disponible, de forma gratuita, nuestro folleto titulado «El divorcio». Lo puedes descargar en la sección de recursos de esta página web. También estamos disponibles para conversar contigo por chat de manera confidencial.
Cuando Dios instituyó el matrimonio en la creación, lo hizo para que fuera la unión de por vida de un hombre y una mujer. El matrimonio es una unidad de dos personas, creada no solamente por elección humana individual, sino por institución de Dios. Así que, los que se casan están unidos no solamente en una relación horizontal entre sí por su promesa de fidelidad, sino también por una promesa mutua a Dios de permanecer fieles.
El matrimonio que se vive de la forma en que Dios lo instituyó, es bueno, es un refugio de amor para toda la vida. Sin embargo, esta visión del matrimonio se encuentra con realidades humanas aplastantes que lo degradan y lo destruyen, echando a perder con el mal lo que estaba destinado para el bien.
Cuando la violencia y sus amenazas ocurren en un matrimonio, una de las partes no puede permanecer en el matrimonio sin ponerse en peligro a sí misma o a sus hijos.
El matrimonio no puede continuar cuando un cónyuge abusa del otro, haciendo así imposible que los dos vivan como uno. El cónyuge abusivo se separa a la fuerza de su pareja al dañarla física y emocionalmente y pisotear su vulnerabilidad, tratándola como enemiga, agrediendo su persona y ahuyentándola. Así que: «Algunos divorcios son inevitables, por ejemplo, cuando un cónyuge abandona el matrimonio, o persiste en la infidelidad obstinada, o aleja físicamente al otro cónyuge a través del abuso».
Si estás pensando en divorciarte por algún otro motivo que no sea abandono, infidelidad o abuso, te recomendamos que busques ayuda y sigas luchando.
Para que un hombre y una mujer puedan crecer juntos en amor, entre ambos deben construir las bases sobre las cuales resolver los problemas y las diferencias que les sobrevengan, alimentando su comunicación, ejerciendo la reconciliación y aprendiendo a aceptarse mutuamente.
Pero, cuando una pareja ya constituida descuida su relación y no dedica tiempo y energías a superar los problemas y lograr la reconciliación, de a poco se va produciendo una desintegración que deteriora la armonía y la satisfacción que una vez esa relación había tenido.
Ante los problemas cotidianos y las crisis que aquejan a toda pareja, esta tiene la opción de:
* Trabajar juntos para resolver los problemas y mejorar la relación.
* No hacer nada y simplemente seguir «existiendo».
* Separarse y reconstituir sus vidas cada uno por su lado.
Ahora vamos a hablar de quienes han elegido esta última opción.
Recuerda que el divorcio o la separación no son la mejor solución a los problemas en la pareja, ya que en la mayoría de los casos traen nuevas crisis de igual o peores consecuencias. Sin embargo, cuando ya son un hecho, es el momento de emprender de la mejor manera posible el camino que queda por delante. No hay garantía de que no habrá́ nuevas dificultades, pero sí la certeza de que Dios perdonará el fracaso y proveerá́ la fuerza para seguir viviendo la vida con alegría y propósito.
El ser humano tiene cinco necesidades básicas: física, intelectual, emocional, social y espiritual. Nuestras vidas se desarrollan en forma normal cuando todas ellas se encuentran equilibradas y satisfechas. Por lo tanto, cuando pasamos por una crisis que afecta a una de ellas, o cuando tenemos que enfrentar una situación difícil como el divorcio, sufrimos un doloroso desequilibrio.
Cuando algo así́ sucede, lo primero que tratamos de hacer es encontrar una solución fácil, en vez de pasar por el proceso de resolver y sanar lo que está herido. Pero tarde o temprano los problemas vuelven a surgir y cada vez con más gravedad, hasta que se llega al punto en que es muy difícil solucionarlos.
Los consejeros matrimoniales sostienen que, en una escala que mide el nivel de dolor causado por diferentes situaciones en la vida, lo que ocupa el primer lugar es la muerte de un ser querido, mientras que el divorcio está en segundo lugar.
El ser humano tiene una asombrosa habilidad de recuperación frente a las agresiones, los cambios y los fracasos en la vida.
Con respecto al divorcio, un consejero cristiano dice que el retorno a la normalidad de la vida ocurre con más facilidad cuando la persona está dispuesta a:
* Reconocer que, a pesar del sufrimiento, toda crisis en la vida trae también la oportunidad de crecer y superarse, de volver a establecerse emocional y espiritualmente, de ser fortalecido y adquirir madurez para seguir adelante con un propósito renovado.
* Reconocer la realidad de lo sucedido, asumir su parte de responsabilidad en los hechos y recordar que nada mejorará tratando de negar u olvidar lo sucedido.
Acá les ofrecemos unos consejos prácticos para la recuperación después de un divorcio, ofrecidos por la terapeuta y trabajadora social Lori O’Mara:
1. Reconoce que tu pérdida es real. Tienes que darte el tiempo para permitirte sentir todas las emociones que conlleva el perder a alguien. Has perdido tu pareja. Incluso si la relación estaba condenada al fracaso, todavía tienes derecho de sentir la pérdida de esa relación y llorarla. Debes estar dispuesto a enfrentar la realidad y a ser honesto consigo mismo sobre tus sentimientos.
2. Entiende que el dolor es normal. El dolor que estás sintiendo es completamente normal y es real. Al reconocer que el dolor emocional es normal, puedes usarlo para ayudarte a avanzar y comenzar tu nueva vida.
3. Entiende que las cosas mejorarán. Es posible que las cosas no mejoren de inmediato y que ni siquiera notes la mejoría sino hasta muchos meses después. No siempre estarás así de triste o herido. En un par de meses te habrás instalado en tu nueva vida y, si te lo has permitido, podrás seguir adelante. Comprender que las cosas mejorarán puede ayudarte a comenzar tu camino para recuperarte emocionalmente de un divorcio.
4. Usa tu dolor como motivador. Lo último que quieres hacer es simplemente sentarte y revolcarte en tu dolor. Aunque está bien revolcarse de dolor a veces, si eso es todo lo que haces todos los días, nunca te sentirás mejor. Sin embargo, lo que puedes hacer es sentir ese dolor y luego invertirlo en mejorarte a ti mismo y seguir adelante. Úsalo para motivarte a convertirte en una mejor persona, y para encontrar a otros que estén en tu misma situación para que puedan crecer y mejorar juntos. También puedes usar este tiempo para convertirte en quien quieres ser. Un divorcio es un nuevo comienzo y un buen recordatorio para no repetir viejos patrones de comportamiento que contribuyeron a él.
5. Date tiempo para sanar. Divorciarse es como romperte un brazo. No esperas que tu brazo roto sane de la noche a la mañana, ¿verdad? Al igual que un hueso roto, un corazón roto tarda tiempo en sanar. Puede tomar más tiempo que un hueso roto, pero sanará. Uno de los mayores errores que puedes cometer es esperar estar perfectamente feliz o recuperado unos días o semanas después de un divorcio. El divorcio puede cambiar completamente tu vida y dañar mucho tu estabilidad emocional. Curar ese tipo de daño lleva tiempo, pero ocurre.
6. Haz tu duelo ahora mismo. Muchas personas posponen su duelo, fingiendo que no necesitan llorar o que no están tristes. Entonces meses o años después los sentimientos comienzan a estallar generalmente de manera destructiva porque no se gestionó el dolor cuando se debía hacer. Si no lidias con las emociones que estás sintiendo, se acumularán dentro de ti hasta que ya no puedas controlarlas. Tratar de ignorar tus sentimientos negativos es imposible. Por lo general, también ignorarás tus sentimientos positivos si no te tomas el tiempo para llorar. En última instancia, el duelo puede ayudarte a encontrar la paz y aceptar tu nueva posición en la vida puede abrir un mundo de posibilidades.
7. Aprende a perdonar. Ya sea que la decisión de divorciarse haya sido mutua, o que la otra parte decidiera, obviamente habrá suficientes sentimientos heridos y culpa. Perdonar no solo a la otra persona por cualquier cosa que pueda haber dicho o hecho que te lastimó, sino también a ti mismo, es esencial para recuperarte emocionalmente del divorcio. Si no perdonas a la otra persona y a ti mismo, llevarás todas esas emociones negativas en tu próxima relación. Es posible que ni siquiera puedas encontrar otra relación porque estás demasiado ocupado obsesionándote con algo que pasó hace años y años. Y recuerda que perdonar no significa que ahora serán mejores amigos (aunque puede ocurrir en situaciones saludables). Significa dejar ir tu ira en contra de esa persona para poder sanar. No significa que estés de acuerdo con la forma en que se te hirió. Significa que quieres dejar el pasado en el pasado y enfocarte en el futuro.
8. Encuentra un sistema de apoyo. Tu sistema de apoyo deben ser personas que estén dispuestas a escucharte, no solo para entender lo que estás diciendo, sino para ayudarte a salir de tu dolor. Quizá debas unirte a un grupo de apoyo, donde podrás encontrar aceptación y un enfoque sin prejuicios hacia la recuperación. Si tienes un sistema de apoyo estable con tus amigos y familiares, es aún mejor.
9. Enfrenta un día a la vez. Pensar en sentirse así de mal durante semanas o meses puede ser abrumador. Recuerda que al igual que con cualquier tipo de recuperación, física o emocional, tienes que enfrentar un día a la vez. Enfrenta cada día y situación a medida que viene. No te obsesiones con cómo te vas a sentir la próxima semana. En vez de eso, trabaja en cómo te sientes esta semana, día a día. Tienes que superar cada obstáculo a medida que llega, y no antes.
No es fácil admitir que se ha fracasado en el matrimonio, desuniendo lo que Dios había unido. Tampoco es fácil aceptar que el camino de recuperación es largo, difícil y doloroso. Pero si no se aprende a sufrir y a comprender la importancia de reconocer los errores y las equivocaciones, no hay crecimiento.
La penosa realidad del divorcio nos obliga a recordar que todos necesitamos oportunidades para recuperarnos a fin de seguir adelante en la vida. Este es el deseo de Dios. Él mismo nos ha rescatado de nuestra absurda y torcida manera de vivir y quiere ayudarnos a resolver nuestros problemas para darnos esperanza para el presente y el futuro. Cuando recibimos su perdón aprendemos a perdonar, comenzando así a recuperarnos de nuestros fracasos.
Recursos: