Hoy queremos hablar de un tema muy especial para los latinos en Estados Unidos de América, que es la migración, el asilo y el corazón del inmigrante.
A fines del 1700, el Presidente George Washington dijo: «América está abierta para recibir no sólo al extranjero opulento y respetable, sino también a los oprimidos y perseguidos de todas las naciones y religiones».
Refiriéndose a los inmigrantes, Michelle Obama dijo: «Nada los va a parar en la búsqueda de sus sueños. Se merecen todos y cada uno de sus éxitos».
Por su parte, el poeta somalí Warsan Shire dijo: «Nadie se va de su casa a menos que su casa sea la boca de un tiburón».
Los Estados Unidos da protección humanitaria a quienes solicitan asilo en este país porque no pueden o no quieren regresar a su país por sufrir persecución o por un temor bien fundado de persecución por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un grupo social particular u opinión política. Según Marcotrends, en el año 2021 Estados Unidos le otorgó asilo a casi 340.000 refugiados, colocándolo en el tercer país en el mundo que otorga más asilos a quienes huyen.
La forma de brindar dicha protección es a través de dos programas: un programa para personas fuera de los Estados Unidos y sus familiares elegibles, y un programa para personas físicamente presentes o que llegan a Estados Unidos que cuentan con los requisitos.
Si te interesa más información y detalles con respecto a los procesos de asilo en los Estados Unidos, en esta página web puedes escuchar los programas del 4, 11 y 25 de junio del 2020.
La migración va en aumento por la complejidad del desarrollo económico desigual y globalizado en casi todo el mundo. La pobreza se ha agudizado y ha generado muchos problemas sociales, entre ellos el aumento del flujo migratorio.
El programa de hoy lo dedicamos a todas esas personas que tuvieron que huir de sus países. El corazón de un inmigrante es un corazón siempre dividido entre nuestros países de origen y el país donde nos encontramos. Entre la familia y amigos que dejamos atrás y los nuevos que haremos acá.
Las causas para huir son varias, pero en el caso de los migrantes latinoamericanos hay regularmente tres aspectos:
1. la economía,
2. la educación,
3. la calidad de vida o seguridad.
Todo esto afecta la salud mental de los migrantes y sus familias. La partida y ausencia de un miembro trae consigo:
1. cambios en las formas de relación familiar;
2. efectos psicológicos negativos que, si no son resueltos satisfactoriamente, pueden llegar a causar enfermedades;
3. resentimiento, ira, melancolía, soledad.
Por otro lado,
1. la familia que se va experimenta estrés, temores, incertidumbres, preocupaciones intensas y duelos.
2. Entre quienes se van y quienes se quedan se puede generar una crisis por la separación. En el caso de los que se van, las experiencias producen un impacto en cualquier etapa de la vida, dichas experiencias son asimiladas de distinta manera. Existen historias que son menos sufridas, porque en este proceso migratorio son posibles los éxitos y los fracasos, para los cuales influye la capacidad de los individuos para sobreponerse ante la perdida de todos los lazos afectivos con parientes, amigos, vecinos colegas, que sucedieron antes de iniciar la partida.
En fin, salir de nuestros países de origen nunca es fácil. Pero Dios nos ayuda.
Pero tener que irse o tener que huir del país no es nada nuevo. Jesús también tuvo que huir. Sí, Jesús. Este 6 de enero, como todos los años, celebramos el día de los Reyes magos, quienes siguiendo a la estrella, llegaron a Jerusalén preguntando «¿Dónde está el que ha nacido rey de los judíos?» Y cuando encontraron al recién nacido Niño Jesús lo adoraron con sus corazones y le regalaron oro, incienso y mirra.
Al escuchar eso, el entonces rey Herodes decidió hacer matar a todos los niños menores de dos años para eliminar cualquier amenaza de que le quitaran el trono. Debido a esto, Dios le advirtió en sueños a José que debía huir para proteger la vida de su hijo. Haciendo caso a la advertencia de Dios, José se levantó y, a mitad de la noche, huyó hacia Egipto con María y el Niño Jesús.
¿Te imaginas lo difícil que tuvo que haber sido para José, María y Jesús estar lejos de su casa, familias, costumbres, comidas, etc.? Probablemente puedas imaginártelo, pues quizás tú también lo has tenido que hacer. Y por ello damos gracias a Dios.
Damos gracias a Dios por ti y por todos los hombres y mujeres que, como José, fielmente protegen a sus familias, aunque para lograrlo tengan que huir de sus países. Pero, más que nada, le damos gracias a Dios por la protección espiritual que continuamente nos da a través de Jesús.
En los momentos claves, Dios le comunicó directamente su voluntad a José por medio de ángeles que le hablaron en sueños. Él nos habla también hoy a nosotros cada vez que leemos su Palabra y nos reafirma sus promesas.
Como ya dijimos, a José le tocó huir a Egipto con María y Jesús para protegerlos. Muchos años más tarde, también a mitad de la noche, Jesús se entregó a los soldados que habían ido a buscarlo, protegiendo así a sus discípulos mientras él era capturado, condenado y llevado a la cruz.
Jesús se puso en peligro él mismo para protegernos a nosotros. Él se ofreció a sí mismo, sabiendo que iba a ser crucificado e iba a morir en nuestro lugar, para salvarnos del castigo eterno en el infierno que merecíamos por causa de nuestros pecados.
Te invito a que hoy le des gracias a Dios por haber usado a José para proteger y proveer para Jesús, y que le pidas que te use para proteger y bendecir a tus seres queridos.