¡En este mes de mayo, brindemos un aplauso estruendoso a todas las madres! Madres biológicas, de crianza, mentoras, cuyo papel fundamental en la crianza merece no sólo reconocimiento, ¡sino una ovación de pie!
Hoy queremos compartir con ustedes una herramienta más para ayudarles en la crianza de los hijos. Estamos hablando de un plan de crianza, que vendría a ser como tener una brújula que muestra y mantiene el rumbo emocional y práctico en el viaje loco y aventurero de la crianza.
Para ello, tomaremos como referencia el folleto titulado «Criando a los hijos con propósito» de Roger Sonnenberg, profesor, autor y conferencista, que pueden bajar gratis en la sección Recursos de esta página web.
Según Roger tener un plan de crianza, o educar a los hijos con propósito, no es algo que suceda por arte de magia, sino más bien es el resultado de un esfuerzo deliberado que establece una base sólida de comunicación entre los padres, y actúa como pegamento que fortalece los lazos familiares. Lo podemos imaginar como el mapa del tesoro de la crianza, que nos marca roles y expectativas para crear un entorno estable y lleno de positivismo para los hijos. ¿Y lo mejor de todo? Pone el bienestar de los hijos en el centro de todo, ¡convirtiéndose en un faro de sabiduría para las decisiones que como padres tomamos!
Aunque ningún manual te brindará todas las respuestas para cada situación de crianza, existen principios que, al tenerlos en cuenta, adaptarlos y aplicarlos, fortalecerán los cimientos de tu familia. Ellos son: compromiso, pasar tiempo juntos, comunicación, reconocimiento, el manejo de las crisis y la vida espiritual. Vamos a desarrollarlos uno por uno.
En el contexto de la crianza, el compromiso se refiere a la dedicación y la disposición de los padres o cuidadores de invertir tiempo, energía y recursos en el bienestar y desarrollo de sus hijos. Implica estar presente física, emocional y mentalmente en la vida de los hijos, participando activamente en su crianza, educación y actividades cotidianas y estableciendo vínculos emocionales sólidos. Es un compromiso continuo a lo largo del tiempo, marcado por la consistencia y la atención constante a las necesidades y experiencias de los hijos. Por ejemplo:
* Leerle a tu hijo una historia a la hora de ir a la cama, aun cuando preferirías estar mirando un partido de fútbol, muestra un compromiso con el tiempo y la atención hacia él.
* Colaborar como voluntario en la escuela de tu hijo, muestra un compromiso con la comunidad y la educación.
* Darle un abrazo o una palmadita en la espalda aun cuando haya hecho algo que no debía, muestra un compromiso emocional y afectivo.
El compromiso en la crianza implica asumir el riesgo de confiar en el otro y de encontrar tiempo para establecer una relación duradera con los hijos. El compromiso implica enseñar valores y tomar en serio la disciplina en la crianza de los hijos, enseñándoles a asumir las consecuencias de sus acciones.
Pasar tiempo con tus hijos es clave para su felicidad y desarrollo. Planificar ese tiempo es crucial, y puedes hacer pequeños cambios en tu rutina para lograrlo. Estas son algunas sugerencias:
* Dedica 10 minutos diarios a cada hijo individualmente.
* Planea salidas para comer y charlar con tus hijos.
* Organiza tus actividades para poder dedicar más tiempo a estar con tus hijos.
* Aprovecha momentos para pedirle a Dios por tus hijos.
Vivimos en un mundo rápido y apurado, pero nuestros hijos necesitan tiempo de calidad. Y no se trata sólo de calidad, sino también de cantidad. Más tiempo juntos significa más oportunidades para enseñar y construir una relación fuerte, así que tómate el tiempo para construir recuerdos duraderos con tus hijos.
La tecnología que tenemos a disposición hoy nos conecta más que nunca, pero a pesar de ello, muchas veces nos sentimos más solos que nunca. Veamos entonces algunos consejos para mejorar la comunicación con tus hijos:
* Trata de estar disponible para tus hijos, evitando dar la impresión de «ocupado». A veces, decir «ahora no» puede alejar a las personas.
* Demuestra afecto a tus hijos: la televisión y los medios sociales no pueden abrazar ni sonreír. Asegúrate de expresar tu amor físicamente y con palabras.
* Elige las palabras sabiamente; ellas tienen poder. Antes de hablar, piensa en cómo afectarán a tus hijos.
* Practica la empatía, escuchando con el corazón: no se trata sólo de oír, sino de comprender los sentimientos de tus hijos.
* Habla CON tu hijo. En vez de acusar, dile cómo te sientes. Apela a su inteligencia y confía en que entenderá.
* Reconoce sus sentimientos: no le digas a tu hijo cómo debería sentirse. Valora sus emociones y habla abiertamente sobre ellas.
* Promueve un ambiente seguro. Hazle saber a tu hijo que, sin importar lo que pase o haga, siempre lo amarás. Asegúrate de que se sienta valorado y aceptado.
Para mejorar aún más la comunicación:
* Aparten un tiempo en familia para discutir temas importantes y expresar agradecimiento.
* Dediquen una noche a la semana para divertirse juntos como familia.
Recuerda que la comunicación es la clave para tener relaciones fuertes y felices. ¡Haz el esfuerzo y disfruta de momentos significativos con tus hijos!
¡Celebra lo especiales que son tus hijos y ayúdales a tener una autoestima fuerte y positiva!
Aquí van algunos consejos motivacionales:
* Ama con amor incondicional: dile a tu hijo que lo amas por quien es, no por lo que hace. Este amor duradero se construye con tiempo y dedicación.
* Expresa tu amor: usa palabras y acciones para afirmar que tu hijo es único, creado y amado por Dios. Un simple «te quiero» y un gesto cariñoso pueden hacer maravillas.
* Cumple tus promesas: mantén las promesas que le haces a tu hijo. Esto construye confianza y seguridad en la relación.
* Respeta el otro padre o madre. La estabilidad en el hogar hace que tu hijo se sienta seguro, aun cuando no vivan juntos.
* Hazle saber a tu hijo lo valioso que es a los ojos de Dios. Su autoestima dependerá de entender quién es y a quién pertenece.
* Establece límites y reglas claras. Los hijos responden positivamente a las reglas cuando saben que son por su propio bien.
* Reconoce la singularidad de tu hijo. Hazle sentir que es especial a su manera, ¡celebremos esas diferencias!
* Aprecia más y critica menos. Sé rápido en elogiar y lento en criticar. Observa lo bueno que hace tu hijo y felicítalo por ello.
* Ayúdales a desarrollar sus talentos únicos sin esperar cosas imposibles.
* Aprende a pedir perdón cuando cometes un error. Esto enseña a los hijos que todos cometemos errores y necesitamos perdonar y ser perdonados.
Recuerda que el agradecimiento es contagioso. Al reconocer y agradecer a tus hijos, estás cultivando un ambiente positivo. ¡Usa palabras y frases que edifiquen y celebren a tus hijos!
¡Manejar las crisis en la familia es todo un arte! Veamos algunos consejos que pueden ayudarnos:
* Escucha a tus hijos. A veces, los más pequeños nos dan pistas claras de lo que está sucediendo. Escucha para entender las crisis que pueden estar enfrentando.
* Identifica el conflicto. Las peleas pueden volverse generales y difíciles de entender. Define claramente cuál es el problema para abordarlo de manera efectiva.
* Tiempo y lugar oportunos. Así como todo tiene su momento, los conflictos también. Encuentra el momento y el lugar apropiado para abordarlos, sin exponer a la familia.
* Demuestra respeto. Si respetas a tus hijos, recibirás respeto a cambio. Escucha con cortesía y trata de entender sus puntos de vista, incluso si no estás de acuerdo.
* Evita el sabotaje. El silencio prolongado no resuelve nada. La comunicación es clave para superar conflictos. Hablen y encuentren soluciones juntos.
* Explora opciones. No te limites a «ganar o perder». Busca soluciones que beneficien a ambas partes.
Como actividad familiar, pueden crear sus propios «Diez mandamientos para resolver conflictos». Escribe estas reglas en un lugar visible para recordarlas diariamente. ¡La comunicación abierta y el respeto son la clave para superar cualquier crisis! ¡Ustedes pueden hacerlo juntos como familia!
¡La vida espiritual es como construir un rompecabezas divino con piezas de amor y promesas! Veamos algunos consejos para guiar a tus hijos en su camino espiritual:
* Valores. Piensa en los valores que deseas que tus hijos tengan en el futuro y comienza a vivir esos valores hoy. Sé un ejemplo viviente.
* Todos los días son espirituales, la espiritualidad no es sólo para los domingos. Haz que Dios sea parte de la vida diaria de la familia.
* Admite tus errores. No temas mostrar que tú también necesitas el perdón y la gracia de Dios.
* Ora por y con tus hijos. La oración fortalece los lazos familiares. Pídele a Dios guía, sabiduría y bendiciones para sus vidas.
* Dedica un tiempo diario para explorar juntos la Biblia, de manera que la fe crezca continuamente en sus corazones.
* Muestra a tus hijos que tu fe no es sólo palabras, para que vean cómo tu fe se refleja en tu vida diaria. Sé un testimonio viviente.
* Celebra el brillo de la fe: Cuando notes la chispa del evangelio en tus hijos, señálalo. Apláudelos cuando demuestren que su fe está viva y haciendo una diferencia positiva.
¡En esta emocionante travesía de criar a tus hijos con propósito, cada paso cuenta y cada principio es una joya en la corona de tu familia! No olvides que esta aventura requiere valentía, amor y dedicación constante.
Hoy hemos explorado estos seis fundamentos, pero la clave está en aplicarlos en la vida cotidiana. Así que, te animo a que te sumerjas en la práctica de compromiso, momentos de calidad, comunicación sincera, reconocimiento amoroso, gestión sabia de crisis y cultivar una vida espiritual en familia.
Recuerda que cada esfuerzo cuenta, y cada elección que haces deja una huella en el corazón de tus hijos. ¡Tú eres el arquitecto de la familia que estás construyendo! Así que sigue adelante con determinación, amor y mucha alegría en cada paso. ¡Esta aventura está llena de sorpresas y momentos hermosos que están esperando ser descubiertos!
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