• agosto 15, 2024
  • Si nuestro cuerpo hablara

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  • Introducción

    Hoy queremos conversar con ustedes y brindarles ánimo, reflexión y orientación práctica en relación con la percepción del peso y la historia de nuestros cuerpos. La experta en nutrición emocional Adriana Esteva, nos invita a echarle un vistazo a esa narrativa que hemos construido sobre nuestro peso, apariencia y rendimiento en su interesante artículo titulado: “¿Qué historia cuenta tu cuerpo sobre ti?” Y sabemos que, para muchos de nosotros, esas historias han sido, en ocasiones, un tanto negativas y llenas de desafíos.

    Lo cierto es que nuestro cuerpo es como un lienzo que muestra quiénes somos, por lo que su historia merece ser entendida y aceptada. ¿Qué historia cuenta tu cuerpo sobre ti? Esa es la pregunta sobre la que vamos a reflexionar hoy. Porque cada uno de nosotros nos hemos contado una historia, o hecho una película, con respecto a nuestro cuerpo, basada en:

    • Lo que creemos que debería ser
    • Lo que nos ha hecho sentir
    • Lo que los otros nos han reflejado acerca de él
    • Cómo nos vemos, cuánto pesamos, la edad que tenemos
    • Lo que podemos o no podemos hacer
    • Cuánto nos hemos enfermado, etc.

    Y según cuáles sean, estas historias nos hablan de frustración, dolor, insuficiencia, maltrato, odio y muy frecuentemente de sentir que no tenemos cuerpos adecuados, o que nuestros cuerpo reacciona de manera equivocada a las circunstancias, como por ejemplo:

    • Tendría que cansarme menos
    • Tendría que ser más ágil
    • Tendría que ser más … flaca, alto, fuerte, atlético, etc.
    • Tendría que ser menos … frágil, lenta, grandota, torpe, moreno, etc.

    Nuestro cuerpo está formado por una estructura biológica y genética, y por una estructura corporal que va haciendo ajustes según las circunstancias que nos toca vivir. Muchas veces, para mantenernos en el ambiente en el que nos tocó crecer, fuimos teniendo que hacer adaptaciones.

    Por ejemplo, hay personas que de niños aprendieron a sonreír para ser aceptadas y de adultos siguen sonriendo, aunque estén sintiendo dolor o tristeza. Otras personas debieron hacer ajustes para defenderse. Por ejemplo, el niño que aprendió a esconderse para sobrevivir al abuso familiar, probablemente siga apartándose cada vez que hay un conflicto.

    Pensemos primero, entonces, en esas historias negativas que hemos creado sobre nuestros cuerpos basadas en las creencias, emociones y percepciones que nos han llevado a sentir frustración, dolor e insuficiencia.

    Luego, observemos nuestra postura y las tensiones en nuestro cuerpo, reconociendo que esas formas de adaptación y defensa pueden volverse crónicas y afectar tanto nuestro cuerpo como nuestra mente, influyendo en nuestra movilidad, ritmo, confianza y percepción del espacio.

    Una vez que somos conscientes de todo esto, estamos en posición para cambiar la narrativa negativa sobre nuestro cuerpo, estableciendo una comprensión y aceptación más profunda de nuestra historia única.

    • ¿Qué te permite y qué no te permite tu cuerpo en términos de movilidad, y qué
    historia tienes acerca de esos movimientos que no te deja hacer tu cuerpo? Por ejemplo, quizás sientes que no puedes caminar rápido o ser ágil para levantarte, o para alcanzar las cosas. Entonces, la pregunta es: ¿Qué no se te permitió alcanzar? ¿Alguien te detuvo cuando querías levantarte? ¿Te forzaban a moverte cuando tú no querías hacerlo?

    • Todos tenemos ritmos que muy probablemente diferían del ritmo de nuestros padres, nuestros hermanos y posteriormente nuestros amigos, maestros, parejas, jefes, etc. Y cuando ese ritmo no es respetado, nuestro cuerpo puede reaccionar de diferentes maneras, por ejemplo: haciéndose pesado para que no lo muevan, o no dejando de moverse para que no lo alcancen o no lo detengan.

    • Cuando confiamos en que el espacio en el que estamos es seguro, nos movemos libremente, lo contrario ocurre si el espacio es inestable, inseguro o peligroso. ¿Qué historia te cuenta tu cuerpo en relación al espacio? Cuanto menos espacio encontramos para nosotros (para nuestra expresión, movimiento, ideas, libertad, etc.) más espacio buscaremos ocupar afuera ya sea con nuestras preocupaciones, reclamos o con nuestro cuerpo.

    Muchos hemos creído que debemos y podemos cambiar nuestro cuerpo y hemos luchado años por hacerlo, y toda lucha deja heridos, desconfianza, devastación y la sensación de que aunque “ganemos”, nos sentimos perdidos. Mejor es que aprendamos a leer y comprender nuestra propia historia corporal para avanzar hacia una relación más positiva y compasiva con nosotros mismos.

    ¿Cómo lo logramos? Veamos algunas ideas prácticas.

    1. Observemos nuestra postura corporal y las tensiones que podamos sentir, a fin de identificar patrones de adaptación y defensa que podrían afectar nuestro bienestar. Dediquemos unos minutos cada día a sentarnos en silencio y observar nuestra postura, prestando atención a cualquier tensión en nuestro cuerpo. Esto nos ayudará a identificar áreas donde podamos necesitar ajustes.

    2. Tomémonos un momento para reflexionar sobre la historia que hemos construido acerca de nuestros cuerpos. Identifiquemos las creencias, emociones y percepciones que han contribuido a esa narrativa, y anotemos las experiencias que hayan influido en nuestra percepción corporal. Esta autoevaluación nos dará claridad sobre nuestra historia personal.

    3. Reconozcamos y celebremos la diversidad de nuestros cuerpos, aceptando que no hay un estándar único de belleza o salud, sino que cada cuerpo es digno de ser valorado y respetado, ya que la belleza viene en muchas formas y tamaños.

    4. Experimentemos con prácticas de movimiento consciente, ejercicio o danza, que nos permitan explorar la movilidad de nuestro cuerpo. Estas actividades no sólo fomentan la flexibilidad física, sino que también pueden liberar tensiones emocionales. Experimentemos con una clase, concentrándonos en cómo se siente cada movimiento en nuestro cuerpo y la liberación de tensiones que podamos experimentar. La conexión mente-cuerpo es clave.

    5. Aprendamos a establecer límites saludables, tanto en términos físicos como emocionales. Respetar nuestro espacio y expresión es esencial para construir una relación positiva con nosotros mismos. Practiquemos decir «no» de manera asertiva y cuidemos nuestro espacio emocional y físico, fortaleciendo así nuestra capacidad para respetarnos a nosotros mismos.

    6. Reconozcamos los espacios seguros en nuestras vidas y busquemos momentos donde podamos movernos libremente sin miedo ni inseguridad, ya que la confianza interna influye en cómo nos movemos en el mundo. Identifiquemos momentos en los que nos sintamos seguros y confiados, ya sea en la naturaleza, con amigos de confianza o en actividades que disfrutemos. Reforcemos estos momentos positivos para construir confianza interna.

    7. Adoptar prácticas de alimentación consciente, conectándonos con las señales de hambre y saciedad de nuestros cuerpos. Desarrollar una relación saludable con la comida es fundamental para el bienestar emocional y físico. Comamos sin distracciones, disfrutemos de cada bocado y cultivemos una relación consciente con la comida.

    8. Cambiemos el enfoque de la pérdida de peso hacia nuestro bienestar general. Establezcamos metas relacionadas con nuestra salud física y emocional en lugar de seguir estándares poco realistas de belleza. Esto incluye metas como dormir lo suficiente, mantener una actividad física que disfrutemos y cuidar nuestra salud mental.

    9. Compartamos experiencias y recibamos el apoyo de otros que fortalezca nuestro proceso de transformación. Unámonos a grupos en línea o locales que promuevan la aceptación corporal y la autoaceptación. Compartir experiencias y recibir apoyo nos conectará con una comunidad que comparte nuestros valores.

    10. Si sentimos que necesitamos orientación adicional, consideremos la posibilidad de buscar la ayuda de profesionales, como terapeutas o nutricionistas, especializados en la relación entre la alimentación, las emociones y el bienestar corporal. Su experiencia nos proporcionará herramientas específicas para nuestro viaje de transformación.

    Con estos consejos podemos aprender a leer y comprender nuestra propia historia corporal para avanzar hacia una relación más positiva y compasiva con nosotros mismos.

    Y esto es justamente lo que Dios espera de nosotros. Él desecha la superficialidad y ve lo que hay en el corazón. Él dice: “Yo soy el Señor, y veo más allá de lo que el hombre ve. El hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero yo miro el corazón” (1 Samuel 16:7b).

    Dios valora lo que hay en nuestro interior, recordándonos que no somos definidos por cómo nos vemos, sino por su amor incondicional.

    Conclusión

    Hoy reflexionamos acerca de la percepción del peso y la historia de nuestros cuerpos, para aprender a leer y comprender nuestra propia historia corporal para avanzar hacia una relación más positiva y compasiva con nosotros mismos.

    Recordemos que cada pequeño paso hacia una relación más positiva con nuestro cuerpo es significativo. La transformación lleva tiempo, pero con el poder del amor y la aceptación, es posible.

    ¡Ámate y celebra la historia única que tu cuerpo cuenta!


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