A través del análisis del artículo de Adriana Esteva titulado: «10 preguntas que te pueden abrir los ojos sobre tu relación con la comida», hoy queremos tomar conciencia de nuestros hábitos alimenticios, las emociones que asociamos con la comida y cómo estas afectan nuestras vidas.
Y es que el reflexionar sobre nuestra relación con la comida nos brinda una plataforma para profundizar en nuestra nutrición emocional y comprender mejor cómo la comida puede estar vinculada a nuestras emociones y bienestar general, pudiendo así tomar decisiones más informadas y conscientes sobre nuestra alimentación y estilo de vida. En última instancia, queremos adentrarnos juntos en un viaje de autoexploración y crecimiento personal, para tener un mayor bienestar físico, emocional y espiritual.
Para comenzar, vamos a preguntarnos: ¿cuántas horas del día dedicamos a pensar en lo que vamos a comer, en lo que comimos, en lo que debemos comer, en los kilos que queremos bajar, la dieta que vamos a empezar, la ropa que ya no nos queda o la que nos tiene que quedar?
Si somos honestos en responder esta pregunta, probablemente nos sorprenderemos de la cantidad de tiempo que la comida ocupa nuestra mente cada día. Y es que la comida es mucho más que una simple necesidad física, ya que desde que somos bebés, reconocemos en ella un vínculo de seguridad y confort.
Entonces, Esteva sugiere en su artículo que profundicemos un poco más, haciéndonos las siguientes preguntas:
1. ¿Qué estamos dejando de ver al ver a la comida?
Cuando nos enfocamos demasiado en la comida, descuidamos otros aspectos importantes de nuestras vidas. Por ejemplo, podríamos evitar pasar tiempo de calidad con nuestra familia los fines de semana porque eso implica compartir una comida, y es difícil no comer mucho o que los demás no traten, con buena intención, de decirnos cuánto comer.
2. ¿Qué nos da la comida que no sabemos tomar de las personas?
A menudo buscamos consuelo en la comida en lugar de en las personas, porque la comida siempre está ahí para nosotros, sin juzgarnos ni abandonarnos. Cuántas veces nos refugiamos o buscamos consuelo o compañía en una taza de chocolate caliente, en vez de hacerlo en las personas que nos aman.
3. ¿En qué pondríamos nuestra energía si no pensáramos en la comida?
Si no dedicáramos tanto tiempo a la comida, ya sea obsesionándonos por comer o cuidándonos para no subir de peso, podríamos canalizar esa energía en perseguir nuestros sueños, mejorar nuestras relaciones interpersonales y explorar nuevas oportunidades de crecimiento, dedicándonos a una causa social o involucrándonos más con nuestra familia o comunidad.
4. ¿Qué es lo que realmente nos enoja y no nos atrevemos a expresar?
A veces preferimos enojarnos con nuestro cuerpo en lugar de expresar nuestras emociones. Al enojo se lo critica y nunca se lo vé bien, por lo que nos cuesta trabajo recibirlo, y muchas veces expresarlo, por miedo a ser reprendidos o juzgados o a causar daño. Sin embargo, el enojo nos ayuda a ver lo que no nos gusta, a poner límites y a alejarnos de las cosas o lugares que no queremos. Cuando nuestro enojo es reprimido, avergonzado, castigado, reprendido o invalidado, aprendemos que es mejor no expresarlo y nos asustamos de sentirlo. Pero como no podemos evitarlo, lo mandamos a terrenos “más seguros” como nuestro cuerpo, desarrollando hábitos poco saludables o sintiendo malestar físico.
5. ¿Qué sientes que no está estable y/o seguro en tu vida, que buscas la estabilidad y la seguridad en la comida o en controlar lo que comes?
La comida representa una fuente de seguridad en momentos de inestabilidad emocional, por lo que a veces recurrimos a ciertos alimentos reconfortantes para buscar estabilidad emocional en situaciones estresantes. Conocerlos puede ayudarnos a ver qué nos está pasando a nivel emocional, cuando sentimos la necesidad de acudir a ellos.
6. ¿Qué le pides a la comida? ¿Te lo puedes dar con algo más?
A menudo buscamos satisfacer nuestras necesidades emocionales a través de la comida.
Cuando comemos en forma compulsiva o impulsiva, casi que sin darnos cuenta, podemos preguntarnos qué es lo que realmente nos estamos “comiendo”. ¿Falta de tiempo? ¿Necesidad de contención, de escape o de compañía?
7. ¿Qué límites has dejado de poner en tu vida, que tampoco puedes poner en la comida?
A veces descuidamos establecer límites en diferentes aspectos de nuestra vida, lo que se refleja en nuestra relación con la comida. Por ejemplo, si nos resulta difícil decir que «no» cada vez que alguien nos pide algo, es probable que también nos resulte difícil decirle que “no” a la comida.
– ¿Nos tragamos la comida igual que nos tragamos nuestras emociones difíciles?
– ¿Nos queremos llenar de comida igual que nos queremos llenar de distracciones para evitar enfrentar nuestros problemas?
– ¿Nos privamos de comer lo que nos gusta igual que nos privamos de momentos de relajación o de actividades que nos brindan alegría?
Nuestra relación con la comida refleja y afecta diferentes aspectos de nuestra vida diaria. Reconocer estos patrones nos permite trabajar hacia una relación más saludable y equilibrada con la comida y con nosotros mismos.
Romanos 14:17 dice: «Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.»
La vida no se trata simplemente de lo que comemos o bebemos, sino de experimentar la justicia, la paz y el gozo en Dios.
Esto nos invita a reflexionar sobre dónde ponemos nuestra atención y nuestra energía. Si bien es importante cuidar nuestro cuerpo y alimentarnos de manera saludable, no debemos permitir que la comida se convierta en el centro de nuestras vidas. En lugar de buscar satisfacción y seguridad en lo que comemos, podemos buscar la plenitud que sólo Dios puede brindarnos.
Al enfrentar los desafíos y las tentaciones relacionadas con la comida, recordemos que nuestra verdadera satisfacción y plenitud provienen de una relación íntima con Dios. Busquemos encontrar nuestra alegría y nuestra paz en Él, y permitamos que su Espíritu Santo llene nuestros corazones con verdadera alegría.
Podemos poner en práctica las reflexiones y consejos compartidos en el podcast de hoy de varias maneras:
1. Tomando un tiempo para reflexionar sobre las preguntas planteadas en este programa. Consideremos cómo se relacionan con nosotros y nuestra relación con la comida. Evaluemos nuestros propios hábitos alimenticios, las emociones asociadas y las creencias sobre la comida que tenemos.
2. Llevando un diario donde anotamos lo que comemos y cómo nos sentimos antes, durante y después de comerlo. Esto nos ayudará a identificar patrones y conexiones entre nuestro estado emocional y nuestra alimentación.
3. Tomándonos el tiempo necesario para saborear y disfrutar cada bocado, prestando atención a las sensaciones físicas y emocionales que experimentamos.
4. Aplicando las reflexiones del podcast en nuestra vida diaria. Por ejemplo, si identificamos que utilizamos la comida como una forma de lidiar con el estrés, busquemos otras estrategias saludables para manejar nuestras emociones, como la meditación, el ejercicio o hablar con un amigo de confianza.
5. Busquemos grupos de apoyo o comunidades en línea donde podamos compartir nuestras experiencias y recibir apoyo de otras personas que también están trabajando en mejorar su relación con la comida.
6. Sigamos explorando el tema de la nutrición emocional y la relación con la comida a través de libros, artículos y recursos adicionales. Mantengámonos abiertos a aprender y crecer en este aspecto de nuestras vidas.
Al poner en práctica las enseñanzas y reflexiones del podcast de hoy de manera constante y consciente, podemos cultivar una relación más saludable y equilibrada con la comida, promoviendo así nuestro bienestar integral.
Nuestra relación con la comida va más allá de simplemente satisfacer nuestras necesidades físicas. La forma en que nos relacionamos con la comida refleja aspectos profundos de nuestras emociones, relaciones y formas de afrontar la vida.
Al enfocarnos demasiado en la comida, podemos descuidar otros aspectos importantes de nuestra vida y buscar en ella soluciones para problemas emocionales o de bienestar. Reconocer estos patrones nos permite reflexionar sobre nuestra relación con la comida y trabajar hacia un equilibrio más saludable y satisfactorio en todos los aspectos de nuestra vida.
Cada uno de nosotros puede encontrar un equilibrio saludable en nuestra relación con la comida y con nosotros mismos. Que nuestras elecciones alimenticias reflejen nuestro deseo de vivir en armonía con nuestro cuerpo, mente y espíritu, buscando siempre la justicia, la paz y el gozo que solo pueden venir de Dios.