Detalle de lo tratado
1. Introducción
Y son estas decisiones importantes las que a veces nos cuesta tanto enfrentar, que nos quedamos como paralizados, no tomamos ninguna decisión y seguimos en el mismo lugar de siempre sufriendo por dentro por no ser capaces de decidir.
Es que, el no decidir también es una decisión. La diferencia está en que, al decidir NO tomar una decisión, quizás nos estamos privando a nosotros mismos de la oportunidad de crecer.
2. ¿Qué es lo que nos frena?
1. Primero, que como toda elección implica una pérdida, cuando digo que SÍ a «esto», también estoy diciendo que NO a «aquello». Por ejemplo:
a. Si digo que SÍ vale la pena invertir tiempo y dinero en ir a la universidad, también estoy diciendo que NO a mantener el estilo y ritmo de vida que estoy llevando en estos momentos.
2. Segundo, que como toda elección implica responsabilidad, al elegir «esto» debo hacerme responsable de los resultados y consecuencias de mi elección, y también de los resultados y consecuencias de no haber elegido «aquello».
3. ¿Por qué nos cuesta tanto tomar decisiones?
1. Porque tenemos muchas opciones entre las cuales elegir.
2. Porque tenemos miedo de no elegir la mejor opción.
3. Porque en vez de tener que elegir, quisiéramos tenerlo todo.
4. Porque tenemos miedo al «qué dirán» los demás.
5. Porque tenemos miedo de fracasar.
6. Porque tenemos miedo de defraudar a alguien, o a nosotros mismos.
7. Porque tratamos de complacer a otros.
8. Porque no tenemos toda la información necesaria.
4. El lado positivo de tomar decisiones
1. La satisfacción de haber sido capaces de tomar una decisión y sentirnos bien por ello.
2. La posibilidad de cambiar o mejorar algo en nuestra vida o en el mundo que nos rodea.
3. Sentir que somos los hacedores de nuestro destino.
4. La resolución de problemas o asuntos pendientes.
5. Cuatro preguntas que te ayudarán a tomar decisions
Obviamente, no vas a tomar una decisión que ponga en peligro tu vida o la de los tuyos, o que haga que termines viviendo debajo de un puente. Quizás tengas que hacer cambios en tus rutinas que impliquen salir de tu zona de confort, pero tu vida no estará en peligro.
Si aun así sigues sin saber qué decisión tomar, pasa a la siguiente pregunta.
Muchas veces, aunque no lo digamos en voz alta, en el fondo hay una opción que realmente te atrae, que sientes que es un sí, que eso es lo que quieres. Escúchate y sé sincero contigo mismo.
Pero si ninguna opción aparece como un sí bien seguro, pasa a la siguiente pregunta.
Es muy difícil tratar de lograr algo cuando no se sabe lo que se quiere. Entonces, pregúntate qué haría que una de las opciones fuera un SÍ para ti, teniendo en cuenta que lo que no es sí, es no. También recuerda de ser realista, porque si lo que buscas es la perfección, te quedarás siempre en el mismo lugar en que estás.
Si sabes qué es lo que quieres, pero algo todavía falta, o no estás del todo seguro, pasa al siguiente punto.
No tengas miedo de tomar una decisión que te acerque a tu SÍ. Nada es definitivo ni para siempre. Ya sabes que no puedes corregir el camino si no estás en marcha, y mejor estar cerca que seguir estancado, especialmente si la respuesta a la primera pregunta era un no…