DETALLE DE LO TRATADO
INTRODUCCIÓN
El programa anterior lo terminamos hablando sobre las cosas que sabemos con certeza sobre la vida después de la muerte. En él dijimos que:
1. La muerte no es ni el principio ni el fin de nuestra existencia. Por lo tanto, nuestra relación con Dios en esta vida determinará nuestra relación con Dios en la vida del más allá.
2. Cuando morimos, nuestra alma va al cielo o al infierno.
3. Cuando Jesús regrese, nuestros cuerpos serán levantados de la tumba y unidos a nuestras almas y estaremos con todo el mundo ante el trono de justicia de Dios.
4. Quienes hayan creído en Jesús como Señor y Salvador de sus vidas, entrarán -en cuerpo y alma- al cielo.
5. Quienes hayan rechazado la gracia de Dios en Jesús serán consignados -en cuerpo y alma- al infierno. No hay excepciones.
6. Dios se ha dado a conocer a través de la voz interior del hombre y de la evidencia de las cosas que él creó. Por lo tanto, no hay excusas válidas para no creer en él.
7. Después de la muerte no habrá otra oportunidad para recibir la salvación eterna. La vida no es una «prueba» con oportunidades futuras para reconsiderar después.
8. La reencarnación no existe. Eso es una invención del hombre.
9. Dios no tiene favoritos. Él ofrece su salvación por gracia mediante la fe en Jesús a todos los hombres por igual.
Hoy vamos a hablar sobre el cielo y el infierno y a tratar de dar respuesta a algunas de las preguntas más comunes que en general tenemos.
La Biblia describe al cielo como un lugar completamente libre de todo lo que hace a la vida tan difícil en la tierra. El mundo que Dios creó era bueno. Pero el pecado corrompió el plan de Dios y trajo dolores y penas a nuestras vidas en este paraíso que Dios había creado.
Estar en el cielo, entonces, es regresar al plan original de Dios. Vivir en el cielo es vivir en el paraíso disfrutando de lo que Dios había planificado originalmente, antes que el pecado lo arruinara todo. En ese paraíso Dios volverá a caminar y experimentaremos una comunión completa con él, así como Adán y Eva la experimentaron al principio.
El infierno es lo opuesto al cielo. Si vivir en el cielo es disfrutar de la presencia constante y amorosa de Dios, entonces el infierno es la separación eterna de la presencia amorosa del Padre celestial.
Al morir, los impíos obtendrán exactamente lo que, por sus acciones y el ejercicio de sus voluntades, han demandado: vida aparte de Dios. Dios no fuerza a nadie. Quienes insisten en vivir sin Dios, lo van a conseguir. Entonces, si Dios es amor, la vida sin Dios es odio. Si Dios es luz, el infierno es oscuridad. Si Dios es agua viva, el infierno es sed constante.
Dios no quiere que nadie vaya al infiero. Pero la única manera de participar del banquete del Señor en el cielo es siendo cubiertos por su justicia. Nuestros mejores esfuerzos nunca serán suficientes para estar en la presencia del rey. Cualquiera que piense que puede participar del banquete sin el perdón que viene por gracia mediante la fe en Jesús, será echado fuera.
Todos necesitamos ser amparados de la justicia absoluta de Dios. Ninguno de nosotros puede vivir la vida perfecta que Dios requiere para escapar la condenación. Todos necesitamos un Salvador. Todos necesitamos perdón. Todos necesitamos a Jesús.
1. ¿Sufriremos por los seres queridos que no están en el cielo?
En el cielo no hay sufrimiento. Por lo tanto, nuestros recuerdos no serán motivo de tristeza. Cuando estemos allí nos alegraremos con quienes se unan a nosotros, pero no seremos disturbados por quienes no estén con nosotros. (Salmo 16:11 y 1 Tesalonicenses 4:13-18)
2. ¿Es posible ver cuando el alma deja el cuerpo de una persona que muere?
El alma no se puede ver, pero hay cristianos que han descrito con gran claridad a los ángeles que vieron al momento de su muerte. Algunos de ellos se estiraban para alcanzar algo que sólo ellos podían ver y sonreían antes de dar su último suspiro.
3. Desde que mi abuela murió, siento como que me manda señales. ¿Es posible?
Recordemos que, cuando morimos, vamos al cielo o al infierno. No nos quedamos en suspenso, ni con la posibilidad de andar dando vueltas por el mundo. Entonces, si bien es posible ver o sentir cosas extrasensoriales, eso no quiere decir que vengan de parte de un ser querido fallecido. Bien pueden venir de parte de un ángel bueno que nos está consolando, o de uno malo que nos está tentando a creer erróneamente que nuestro ser querido se está comunicando con nosotros.
4. ¿Es cierto que existe el purgatorio?
El concepto del purgatorio no se enseña en las Escrituras inspiradas. La idea del purgatorio y las doctrinas a menudo asociadas a él, como la oración por los muertos, las indulgencias, las obras meritorias en lugar de los muertos, etc., fallan en reconocer que la muerte de Jesús fue suficiente para pagar por cada uno de nuestros pecados. «Porque en el evangelio se revela la justicia de Dios, que de principio a fin es por medio de la fe, tal como está escrito: ‘El justo por la fe vivirá’.» (Romanos 1:17).
5. ¿Estarán nuestras mascotas en el cielo con nosotros?
No se sabe si nuestras mascotas van a estar con nosotros en el cielo, ya que en ninguna parte la Biblia dice que los animales tienen alma como las personas. Pero sí sabemos que en el nuevo cielo y la nueva tierra que Dios ha preparado para nosotros habrá animales. La Biblia dice que en el paraíso el lobo convivirá con el cordero, y el león comerá paja como buey. En otras palabras, en el cielo habrá animales, pero no serán violentos. (Isaías 11:6-9 y 65:25)
6. ¿Será que quienes están en el cielo pueden vernos?
No. Y esto también es una cosa buena. No me puedo imaginar cuánto los frustraríamos y agravaríamos con nuestras decisiones equivocadas y nuestra falta de amor. (Lucas 16:26-31)
7. ¿Nos reconoceremos en el cielo?
Sí. Y hasta creo que inmediatamente conoceremos en el cielo a personas con las que nunca nos encontramos aquí en la tierra. Los apóstoles Pedro, Santiago y Juan inmediatamente reconocieron a los profetas Moisés y Elías cuando los vieron en el Monte de la Transfiguración. (Mateo 17:3-4 y 1 Corintios 13:12).
8. ¿Y si tengo miedo a morir?
La muerte es el último enemigo de la vida, ya que no fue parte del diseño original de Dios para su creación. Como tal, es un intruso indeseado. La mayoría de las personas sentimos aprehensión ante lo desconocido, por lo cual es de esperar que sintamos temor a morir y a la muerte. El luchar contra la muerte con toda la resistencia que podemos reunir es parte de nuestra naturaleza creada. Aun así, no hay por qué temer. Cuando llegue el momento de tu muerte, no vas a estar solo. Nadie lo está. Puede que para ti sea una sorpresa, pero no para Dios, quien conoce el número de tus días desde antes que nacieras (Salmo 139:16).