Detalle de lo tratado
Introducción
Conflictos según el origen del problema
Conflictos propios del ciclo de la vida
Conflictos externos
Conflictos de atención
Consejos para manejar los conflictos familiares
Introducción
Como hemos mencionado anteriormente los conflictos se pueden clasificar en dos grandes grupos:
Hoy queremos hablar sobre los del segundo grupo que son los originados de acuerdo con la raíz u origen del problema.
Estos conflictos se pueden dar mezclados, es decir, más de un tipo al mismo tiempo.
Cada cambio en las etapas de la vida es capaz de producir un conflicto, ya que trae consigo nuevas responsabilidades o roles a los cuales nos tenemos que ajustar o acomodar, nos guste o no. Por ejemplo, cuando los hijos se casan, o cuando muere un cónyuge o un padre, cuando uno se jubila, cuando se comienza el primer trabajo.
Si estos conflictos no se manejan con sumo cuidado, pueden convertirse en una verdadera crisis familiar.
Los conflictos externos son esas situaciones o acontecimientos repentinos que provocan una crisis, ya que la persona no estaba esperando lo que le sucedió. Por ejemplo: la pérdida de un empleo, un accidente, un embarazo no planeado o deseado, la muerte de un ser querido, el diagnóstico de una enfermedad terminal, etc.
En este tipo de crisis se da mucho que la persona afectada busque encontrar un culpable y, como consecuencia lógica, pierda el enfoque en encontrar la solución. Mientras está en la búsqueda del o los culpables no puede adaptarse a las nuevas circunstancia e iniciar el proceso de la transición.
Estas crisis generalmente las tienen personas o familias que tienen un miembro dependiente o con necesidades especiales, ya sea por enfermedad o por impedimento físico, que requieren de mucha atención. Llega un momento en que quienes tienen la responsabilidad del cuidado sienten que se asfixian y tienen la sensación de querer escapar porque se ven restringidos.
Cuando se nos presenta un conflicto familiar, es importante que identifiquemos qué tipo de conflicto es para así encontrar con mayor facilidad y rapidez la raíz o razón del problema.
En todas las etapas de la vida y en todos los círculos en que nos movemos: en el trabajo, la escuela o la familia, vamos a tener situaciones difíciles o dolorosas. Pero también tendremos experiencias agradables, buenas, reconfortantes y estas suelen ser más que las dolorosas. Lo importante es la actitud que tengamos a la hora de estar pasando por un conflicto.
Siempre podemos sacar algo positivo de todas las circunstancias de la vida, sean buenas o malas, y aprender de ellas.
La Biblia dice en Romanos 8:28 dice: «Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados«.
La Biblia dice en 1Tesalonicenses 5:21-22 «Examínenlo todo; retengan lo bueno. Absténganse de toda especie de mal«.
1. Escuchar y entender la comunicación desde el punto de vista del que habla.
2. Prestar atención a cómo se dicen las cosas.
3. Dar oportunidad de hablar a todas las partes involucradas.
Suele ocurrir que en la confrontación surjan actitudes defensivas entre las partes, dando origen a discusiones infértiles. Aquí se necesita de un moderador que le dé la oportunidad de hablar a todos sin parcializarse, teniendo muy presente siempre el principio de que todos tenemos el derecho y la obligación de expresar nuestro punto de vista igual que los demás.
4. Expresar amor
No debemos permitir que los conflictos, aunque hagan crisis, afecten nuestro amor por los miembros de nuestra familia. Recordemos que los conflictos producen mucho estrés, de manera que siempre debe estar presente nuestro aprecio y amor por todos los involucrados; esto hará que se libere la tensión de la confrontación.
«Por sobre todas las cosas, ámense intensamente los unos a los otros, porque el amor cubre infinidad de pecados«. 1 Pedro 4:8
5. Encontrar el lugar y el momento oportuno
Debido a los problemas emocionales que vienen acompañados con los conflictos familiares, se pueden dar las discusiones en lugares o momentos inapropiados. Resulta beneficioso que hagamos un alto y dejemos la discusión para un lugar y momento en donde no estemos alterados.
6. Pedir ayuda
Si el conflicto no lo han podido resolver los involucrados es hora de pedir ayuda. Podemos echar mano de un libro de auto ayuda con este propósito. Aunque en la mayorías de los casos cuando ya se ha convertido en crisis el conflicto, es mejor la ayuda de un tercero con quien se pueda mantener una conversación confidencial.
Por ejemplo el líder espiritual, el médico, el maestro, un buen amigo, etc. Pero debe ser alguien muy discreto, honesto e imparcial y es muy importante que la persona que se elija para compartir la situación o conflicto sea una persona idónea.
Tu no le pedirías a un contador que realice una cirugía, como tampoco le pedirías a un cirujano que lleve la contabilidad de una empresa. Dicho de otra manera «Zapatero a tus zapatos.» Lo cierto es que tu principal ayuda, tu primera opción, tu primer recurso viene de lo alto.
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