Detalle de lo tratado
Introducción
La Navidad es un tiempo que nos envuelve con ilusiones, expectativas y preparativos, atrapándonos con una magia que a veces quisiéramos que durara para siempre. Pero cuando todo ese torbellino de actividades y preparativos termina, esta época, junto con el fin del año y el principio de uno nuevo, también nos invita a reflexionar sobre nuestra vida. Y eso es lo que queremos hacer hoy junto con ustedes.
Desde finales del mes de septiembre hemos estado tratando, a través de algunos programas, las necesidades básicas que tiene todo ser humano según explicadas por el autor John Dresher. Hasta ahora hemos tratado las siguientes:
Y hoy terminamos esta serie hablando sobre la necesidad que el ser humano tiene de Dios.
Hay un refrán popular que dice que «no hay peor ciego que el que no quiere ver«. ¿A qué nos referimos? A que nuestra sociedad se cree tan autosuficiente, que cree no necesitar a Dios. El humanismo, un sistema de educación que comenzó en el norte de Italia en los siglos trece y catorce y que pone a la razón humana y al hombre como centro del universo, promueve la idea de que, con solo confiar y creer en nosotros mismos podemos ser y hacer todo lo que se nos ocurra.
Pero, lo reconozcamos o no, lo cierto es que todos tenemos un vacío dentro nuestro que no nos permite sentirnos completos, plenos, satisfechos. Y en especial en esta época de Navidad es cuando ese vacío se hace más real, más doloroso y más difícil de obviar, por lo que tratamos de llenarlo con lo primero que tenemos a mano: relaciones equivocadas, alcohol, drogas, comida, pastillas, en fin, lo que sea que tengamos a nuestro alcance.
¿Has prestado atención al tiempo que dedican los cirujanos y enfermeras a lavarse y desinfectarse las manos y brazos antes de entrar a un quirófano? Cuando los médicos entran en contacto con la parte interna de nuestro organismo, cualquier bacteria que puedan tener en sus manos puede causarnos una enfermedad grave o incluso la muerte. Es por ello que, para que la vida del paciente no corra un peligro extra, antes de operar tienen una rutina de antisepsia o desinfección… porque es imperativo que estén libres de gérmenes y bacterias.
La humanidad también está plagada de una bacteria mortal que pone nuestra vida en peligro. Fue por eso que Dios, para preservarnos la vida, diseñó una rutina de antisepsia que acabara con esa bacteria que amenaza con cobrar nuestra vida. ¿Para qué? Para que así podamos tener la oportunidad de vivir una vida plena ahora y por la eternidad.
Sabiendo de esa necesidad nuestra, Dios se hizo carne en la persona de su hijo Jesús para hacer por nosotros lo que nosotros no podíamos hacer por nosotros mismos, esto es, perdonar nuestra desobediencia. ¿Cómo lo hizo? Veamos su plan:
Esto es lo que celebramos en la Navidad: el nacimiento de Jesús. Y también celebramos su promesa de estar con nosotros todos los días hasta el fin de los tiempos.
Es nuestro anhelo y oración que, en este tiempo de Navidad, muchos corazones se vuelvan a Dios para que Él sea el Señor y Salvador de sus vidas.
PARA REFLEXIONAR
¿QUÉ NOS DICE LA BIBLIA?
Recursos: