Hoy vamos a hablar sobre cómo superar el abuso y promover la no violencia en nuestras vidas y comunidades, un tema que nos concierne a todos. Para ello, vamos a usar como referencia un artículo por la Psicoterapeuta Anamar Orihuela titulado “5 tipos de abuso y como sobreponerse”.
El abuso, sea físico, emocional, mental o cualquier otra forma de maltrato, va en contra de los principios de la no violencia, por lo que debemos rechazarlo enérgicamente y trabajar juntos para erradicarlo de nuestras vidas y de nuestra sociedad. Recordemos que, como tantas veces lo hemos dicho en este programa, el cambio comienza en nosotros mismos, con nuestras acciones y nuestras palabras.
El abuso implica causar daño profundo a una persona, rompiendo su confianza en sí misma y en la vida. El abuso proviene de la desconexión de la persona consigo misma, que muchas veces es el resultado de haber experimentado abuso en el pasado.
Por ejemplo: una persona que experimentó abuso físico durante su infancia y no ha sanado tiene dificultades para establecer relaciones saludables, por lo que es más propenso a convertirse en un abusador en sus relaciones adultas.
El abuso se da en diferentes contextos, como en la pareja, con los hijos, en el trabajo y en la sexualidad. Y en cada uno de estos ámbitos hay comportamientos abusivos específicos.
Por ejemplo:
• Un tipo de abuso en la pareja se da cuando un cónyuge controla el dinero, manipulando y dominando así a su pareja.
• En la relación de padres e hijos, el abuso se ve en el padre que constantemente critica a su hijo haciéndolo sentir inútil e insuficiente, lo que afecta negativamente su autoestima y desarrollo emocional.
• En el ámbito del trabajo, el empleador que amenaza con despedir a sus empleados si no trabajan horas extras sin compensación adicional, creando un ambiente laboral hostil.
• En la sexualidad: un individuo que obliga a su pareja a participar en actos sexuales sin su consentimiento, ignorando sus límites y su bienestar emocional.
Roles de depredador y presa: en las situaciones de abuso, el abusador juega el rol de depredador, y el abusado es la presa, quien muchas veces siente que merece ese trato debido a un pobre autoconcepto y experiencias pasadas de abuso.
Por ejemplo: Una persona que ha experimentado abuso durante su infancia y no ha logrado sanar esas heridas emocionales, puede sentirse atraída por relaciones abusivas en las que adopta el papel de presa, sintiendo que merece ese trato debido a sus experiencias pasadas.
Abuso hacia uno mismo. Las personas pueden ser abusivas consigo mismas, física, emocional, mental y sexualmente, y es muy importante reconocer y superar este tipo de abuso.
Por ejemplo: Una persona que constantemente se somete a dietas extremas y se castiga por su apariencia física, ignorando las señales de hambre y sobrecargando su cuerpo de ejercicio, está ejerciendo abuso físico y emocional contra sí misma.
Cómo sobreponerse al abuso. Siempre es aconsejable buscar la ayuda de un terapeuta, pastor o alguna persona capacitada, porque el trauma por abuso es muy difícil de superar por uno mismo. A través de una terapia podemos validar lo ocurrido, permitir que las emociones se expresen, poner límites personales, perdonarnos y dejar de identificarnos como víctima.
Por ejemplo: Después de reconocer y validar el abuso sufrido, una persona puede permitir que las emociones supuren, dándose permiso para sentir y procesar su dolor. Puede poner límites saludables en sus relaciones, buscando apoyo terapéutico o de amigos cercanos para sanar y recuperar su bienestar emocional y físico. Perdonarse a sí mismo por haber estado expuesto al abuso y trabajar en dejar de identificarse como víctima, cultivando una narrativa de fortaleza y empoderamiento.
En la vida enfrentamos desafíos y luchas que pueden hacernos sentir oprimidos y maltratados. Sin embargo, en medio de nuestras dificultades, encontramos consuelo y esperanza en las palabras de la Biblia.
En Hebreos 13:5b-6, leemos: “… Dios ha dicho: «Nunca te fallaré. Jamás te abandonaré» Así que podemos decir con toda confianza: «El Señor es quien me ayuda, por tanto, no temeré. ¿Qué me puede hacer un simple mortal?»
La Biblia nos enseña también que Dios es el defensor de los débiles y el protector de los oprimidos. En Proverbios 31:8, leemos: “Habla a favor de los que no pueden hablar por sí mismos; garantiza justicia para todos los abatidos.”
Es nuestra responsabilidad, como hijos de Dios y miembros de la sociedad, promover la justicia y proteger a los que son vulnerables. Recordemos que Dios está con nosotros, fortaleciéndonos para ser agentes de cambio y promotores de la justicia en nuestro mundo. Entonces, que nuestras acciones y palabras reflejen el amor y la compasión de Jesús mientras buscamos la justicia y la protección para todos los que lo necesitan.
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Hoy hemos reflexionado sobre la importancia de enfrentar el abuso en todas sus formas y promover la no violencia en nuestras vidas y comunidades.
Hemos explorado cómo el abuso afecta a las personas, generando dolor, sufrimiento y ciclos de violencia que impactan profundamente la salud emocional y física de las víctimas. Sin embargo, también hemos visto que hay esperanza y posibilidad de superación.
Es fundamental reconocer que cada uno de nosotros tiene un papel importante en la prevención del abuso y la promoción de la no violencia. La lucha contra el abuso y la violencia no es tarea fácil, pero juntos, como una comunidad unida, podemos marcar la diferencia. Es hora de actuar con valentía, compasión y determinación para construir un mundo donde reine la paz, el respeto y la dignidad para todos.
Recordemos que el cambio comienza con pequeños pasos: educándonos sobre el tema, apoyando a las víctimas, denunciando el abuso y promoviendo relaciones saludables basadas en el amor, el respeto y la igualdad.
Sigamos adelante con esperanza y determinación, sabiendo que nuestras acciones pueden tener un impacto positivo y duradero en la vida de quienes nos rodean. Juntos, podemos construir un mundo más seguro, justo y compasivo para todos.