Detalle de lo tratado
Introducción
El Coronavirus, como cualquier crisis mundial, tiene la capacidad de provocar una histeria general que puede causar un desequilibrio emocional y llevarnos a sufrir trastornos de comportamiento y sentimientos que no deseamos. Asimilar y procesar un fenómeno de tal magnitud no es fácil y puede ser abrumador. Sin embargo, todos tenemos la capacidad de trabajar nuestras emociones y sentimientos para nuestro bien y el bien de la sociedad que nos rodea.
En los próximos episodios de esta temporada de Sentido Latino estaremos conversando sobre las diversas consecuencias que produce una pandemia, y también daremos algunas recomendaciones sobre cómo utilizar nuestras emociones para protegernos y cuidarnos durante y después de la pandemia, para poder así construir un futuro mejor.
De acuerdo con el libro del psiquiatra, psicoanalista, psicólogo y neurólogo Jorge L. Tizón titulado «La salud emocional en tiempos de pandemia«, el impacto mundial de esta pandemia es tan nuevo y tan inesperado que no sabemos cuál será su alcance. Lo único que sabemos es que no será como habíamos previsto o como hubiéramos deseado, sino que tendrá un impacto transformador en nuestro futuro.
Características de esta pandemia
El 30 de enero de 2020, la Organización Mundial de la Salud declaró el brote del Coronavirus como emergencia de salud pública internacional y el 11 de marzo de 2020 lo declaró pandemia.
Veamos la diferencia entre epidemia y pandemia:
Todo sufrimiento tiene el potencial de provocar alarmas de emergencia en los ámbitos económicos, psicológicos y sociales, por lo que podemos decir, sin temor a equivocarnos, que todo el mundo se ha alterado con esta pandemia que estamos viviendo.
Si bien esta no es la primera vez que se produce una pandemia que provoca la muerte de cientos de miles de personas, la diferencia más notable entre esta y otras epidemias consiste en el peso que los componentes psicológicos y sociales están teniendo en la población mundial.
Por ejemplo:
Las diversas reacciones
En todos estos meses que llevamos viviendo esta pandemia hemos visto ejemplos de personas que se resisten a hacer la cuarentena y a cumplir con las recomendaciones dadas por las entidades de la salud y del gobierno. Algunos lo hacen por falta de solidaridad, pero otros responden según su situación emocional se lo permite. En general podemos agrupar a estas personas en tres grupos.
Primer grupo
El primer grupo está formado por las personas que estén dominadas por el miedo y, como bien sabemos, cuando el miedo domina, nos paraliza. Si te encuentras en este grupo, debes intentar practicar y apoyarte en actitudes más sanas, como por ejemplo:
Segundo grupo
El segundo grupo son aquellos que padecen trastornos mentales que les hacen muy difícil seguir las normas como, por ejemplo, quedarse en casa un mes seguido. En estos casos tal vez haya que ayudarlos a consultar con un profesional de la salud mental que le ayude a navegar esta situación, ya sea con ayuda psicológica y/o con fármacos.
Tercer grupo
El tercer grupo está formado por quienes rehúsan comportarse solidariamente y donde quizás no quede más remedio que aplicar las «medidas de orden público». Lamentablemente, hay personas que actúan así, ya sea por desprecio, autosuficiencia o desconfianza extrema, lo que causa una resistencia anti solidaria.
Esto lo vemos en especial en algunos jóvenes, que desprecian cuidarse a sí mismos para cuidar a los demás creyendo que, si se contagian, su afección probablemente será leve. Tal vez en ese caso lo mejor que se puede hacer es ayudarlos a sentir que con esa actitud tal vez estén matando a sus abuelos, a la vez que habrá que aplicar lo pautado por los sistemas de orden público.
Sugerencias para vivirla y superarla mejor
Vistas en conjunto, todas estas consecuencias de la pandemia que estamos viviendo pueden parecernos abrumadoras e insuperables. Sin embargo, hay ciertos comportamientos y actitudes que podemos asumir en el día a día, que pueden ayudarnos a vivirla y superarla mejor. Algunos de ellos son:
Si bien el Coronavirus tiene la capacidad de causar un desequilibrio emocional, todos tenemos la capacidad de trabajar nuestras emociones y sentimientos para nuestro bien y el bien de la sociedad que nos rodea.