Detalle de lo tratado
Introducción
La mayoría de las parejas tratamos de vivir tranquilos, lejos del estrés y la ansiedad. Por eso nos alejamos de los conflictos y problemas que afectan nuestra estabilidad emocional.
Sin embargo, algunas veces no podemos evitar que afloren emociones negativas que perjudican o alteran esa calma emocional y nos hacen «explotar».
Mi experiencia
En mis consejerías matrimoniales he observado un patrón:
Qué podemos hacer
Estadísticas
Las estadísticas nos muestran que:
¿Cómo entender la causa de la explosión emocional?
Un miembro de la pareja presenta un tema delicado, causa del conflicto, desde su punto de vista. Esto presiona o acciona el detonador. ¿Se estará dando cuenta del daño que puede causar? ¿Estará tomando en cuenta las consecuencias a largo plazo de sus acciones? ¿Se dará cuenta de las palabras que dice cuando está airado?
Muchas veces, la forma en que lo presenta hiere los sentimientos de la otra persona y afecta su ego temperamental. Si se fija bien, el problema no es el problema en sí mismo, sino cómo lo expone.
Quien presiona el detonador, el acusador, por lo general solo quiere ganar, controlar, tener el poder. Y por más desagradable que el momento sea, secretamente disfruta de ese poder. A esta altura ya no escucha ni ve los hechos; solamente acusa.
«Usar el poder para derrotar al oponente no es productivo. Puede que lo silencie, pero no crea espacio para el amor» (David Hawkins en 9 errores graves que cometen las parejas).
Si reconocemos este patrón, podemos empezar a hacer un cambio y retomar la relación de una manera más positiva. Podemos enfrentar los problemas con el deseo de mejorar y estrechar los lazos, dejando a un lado los patrones tóxicos y destructivos que desgastan la relación.
Como mejorar el problema
Si tomar el poder para controlar una situación acusando y atacando no funciona, entonces debemos usarlo para atacar al enemigo real de la pareja que causa la explosión y le roba la paz y la armonía.
El profesor Fernando Gordillo de la Universidad Camilo José Cela de Madrid, sugiere que el cónyuge «se posicione frente a frente, mirándose a los ojos pero sin mantener la mirada fija por mucho tiempo (para que no crea que trata de intimidar), y que exprese cómo se siente con las palabras pronunciadas por su cónyuge. Este es el momento de expresar las emociones abiertamente y crear un vínculo de confianza con la pareja. Estamos siendo responsables de nuestro estado emocional sin culpar al otro cuando decimos: «me siento así, cuando dices…»
Hacerlo diciendo algo así como: «perdón si te he molestado, dime qué pasa y lo solucionaremos…».
Debemos dejar a nuestra pareja hablar sin interrupciones. No humillar, no creer que no hay solución, ni ridiculizarlo. Debemos disculpar, comprender y perdonar.
Muchas veces exigimos una respuesta o una solución inmediata de acuerdo a nuestros intereses. En vez de exigir, podemos orar a Dios y esperar pacientemente. Así, nuestro corazón cambiará hacia aquellos que amamos. Consideremos cómo es para nuestra pareja vivir con nosotros. Ojalá Dios abriera nuestros ojos para que podamos ver las cualidades que aportamos a nuestro matrimonio y las estrategias necesarias para mejorar estas virtudes. Cada uno de nosotros es la mitad de la ecuación matrimonial y alguien debe empezar el cambio.
Recursos: