DETALLE DE LO TRATADO
¿Qué es disciplinar?
¿Por qué disciplinar?
La falta de disciplina
La disciplina excesiva
La disciplina que da frutos
¿QUE ES DISCIPLINAR?
Disciplinar es establecer los límites necesarios para poder vivir en forma armoniosa en el hogar y que los hijos crezcan sin temores, aprendan lo que se espera de ellos, estén protegidos de situaciones peligrosas y desarrollen las condiciones necesarias para convivir con los demás y ser miembros contribuyentes de la sociedad.
¿POR QUÉ DISCIPLINAR?
¿Cuáles son, entonces, los objetivos de la disciplina? ¿Por qué y para qué lo hacemos? Porque tenemos la responsabilidad de que nuestros hijos…
- aprendan los códigos (costumbres) de su cultura
- sepan comportarse con los demás de manera adecuada
- conozcan los límites de su libertad
- entiendan lo que es prudente y lo que no
- acepten cuando se les dice que NO a algo
- comprendan que no siempre pueden hacer las cosas a su manera
- aprendan a respetar la propiedad ajena
- reconozcan que los demás son tan importantes como ellos
- aprendan a ser obedientes.
Los padres que disciplinan con amor y en forma razonable y consistente, le proporcionan al niño la seguridad que necesita para desarrollarse emocionalmente.
Para disciplinar es necesario tener disciplina.
LA FALTA DE DISCIPLINA
Por otra parte, la falta de disciplina generalmente produce un niño problema e inseguro. Es el niño:
- a quien todos, menos sus padres, consideran insoportable;
- con quien otros padres no quieren que sus hijos jueguen;
- que sabe que consigue lo que quiere con sólo hacer un berrinche;
- a quien no se puede llevar de visita porque se va a portar mal;
- que destroza todo lo que está a su paso;
- el que da un mal ejemplo;
- el que es agresivo y hasta llega a lastimar a otros niños.
La falta de disciplina durante los primeros años de vida
es uno de los factores que más conduce a la delincuencia juvenil
.
LA DISCIPLINA MAL ENTENDIDA
Lamentablemente, no toda disciplina es efectiva. Veamos algunos puntos para tener en cuenta:
- La disciplina sólo es disciplina cuando se ejerce para beneficio del niño.
- No es disciplina cuando sirve como un desahogo del parte de los padres.
- Algunos padres insisten en que sus hijos les obedezcan en cosas sin importancia sólo porque quieren mantener cierta imagen.
- Algunos padres se preocupan tanto por lo que los demás piensan de sus hijos, que no «los dejan ser», generando así hijos rebeldes, berrinchudos e inseguros de sí mismos.
- La obediencia basada en la represión nunca es permanente.
- Los castigos frecuentes lesionan la relación entre padres e hijos.
La disciplina sólo es disciplina
cuando se ejerce para beneficio del niño.
LA DISCIPLINA QUE DA FRUTOS
Algunas cosas para tener en cuenta al disciplinar a nuestros hijos.
- La disciplina siempre debe ser hecha en amor.
- Debe ser puesta en práctica cuando los padres no están agobiados o con prisas, momentos en los cuales están más propensos a enojarse por cualquier cosa.
- Tanto las reglas como sus consecuencias deben ser claras y específicas.
- Cuanto más sensatamente tratemos a nuestros hijos, menos necesidad tendremos de castigarlos, y cuanto menos frecuentes sean los castigos, menos necesidad habrá de que sean severos para que surtan efecto.
- Un simple tono de voz diferente es más eficaz en un niño/joven a quien rara vez se castiga, que el más severo de los castigos físicos para uno acostumbrado a ser castigado. Cuanto más frecuentes sean los castigos, más severos deben ser para surtir efecto.
Cuanto menos frecuentes sean los castigos, menos necesidad
habrá de que sean severos para que surtan efecto.
- Es imprescindible ser consistentes. El niño se confunde cuando en un momento se le permite hacer algo y en otro no, o cuando de pronto se lo castiga por algo que siempre ha hecho.
- La disciplina debe ser consistente. Ambos padres, o quienes estén a cargo de educarlos, deben estar de acuerdo sobre las reglas y sus consecuencias, y ponerlas en práctica.
- ¡Las amenazas no sirven! Las amenazas continuas y los castigos ocasionales sólo producen confusión.
- Nunca se debe amenazar con castigos que no se van a llevar a cabo o que son imposibles de imponer.
- Los niños no aprenden con regaños, ridiculizaciones, amenazas ni miedo al castigo, sino con amor, respeto y ejemplo.
- El niño que crece con disciplina firme pero en amor y que se siente querido y seguro desde que nació, se portará mejor en sus años posteriores que el niño criado bajo una disciplina estricta y sin amor.
Las bases del buen comportamiento son el elogio y el amor
y no la culpa y el castigo.