Hoy comenzamos una nueva serie que iremos desarrollando a través de varios programas, sobre cómo cultivar la felicidad y el crecimiento personal en la vida diaria, basada en las lecciones y conceptos clave del libro ‘Construye la vida que quieres: el arte y la ciencia de ser más feliz’, escrito por Arthur Brooks y Oprah Winfrey.
Desde entender los elementos esenciales que contribuyen a la felicidad, hasta explorar el papel de la infelicidad y aprender a ser agradecido, en el programa de hoy compartiremos herramientas prácticas para aplicar estos conceptos a la vida diaria, y así construir una vida más plena y satisfactoria.
Descubriremos juntos la ciencia de la felicidad y cómo funciona nuestro cerebro, y exploraremos luego los pilares fundamentales de la familia, las amistades, el trabajo y la vida espiritual, con consejos prácticos y métodos específicos para construir cada uno de estos pilares en nuestra vida diaria.
¿Cómo podemos ser más felices? ¡Vamos a descubrirlo juntos!
El libro comienza con la inspiradora historia de Albina Quevedo, la suegra del autor del libro, quien creció en un hogar con mucho amor durante la Guerra Civil Española. Albina se casó y fue feliz con su esposo y tres hijos. Pero luego de unos años, su esposo la abandonó totalmente, lo cual la llevó a la pobreza. La tristeza que sentía era aumentada por la presión de criar sola a sus hijos casi sin recursos.
Así pasaron varios años, hasta que un día, cuando tenía 45 años y sin saber bien cómo o por qué, dejó de esperar que el mundo cambiara y tomó el control de su vida. Se puso a estudiar y se recibió de maestra, algo que amaba de todo corazón, y así pudo sostener a su familia y realizarse como persona. Diez años después, se reconcilió con su esposo, con quien vivió hasta el final. A los noventa y tres años Albina irradiaba alegría, demostrando que la felicidad se puede encontrar incluso en medio de circunstancias difíciles.
De la historia de Albina podemos aprender varias cosas:
• Primero: que la felicidad no es algo con lo que nacemos, sino un proceso que cultivamos a lo largo del tiempo a través de decisiones conscientes y autogestión.
• Segundo: que la felicidad no es la meta final. Y
• Tercero: que la infelicidad no es un enemigo a quien tenemos que evitar a toda costa.
Entonces, ¿cómo hacemos para cultivar la felicidad? Cultivamos los elementos esenciales que contribuyen al bienestar y la felicidad. Ellos son: disfrute, satisfacción y propósito.
El disfrutar es una cualidad humana que une el placer con la conciencia. Por ejemplo, la cena de Acción de Gracias no solo es disfrutable o placentera por el sabor de la comida, sino porque es compartida con seres queridos, creando recuerdos significativos.
Buscar el disfrute implica ir más allá del placer instantáneo, ya que requiere inversión de tiempo y esfuerzo. Y aunque puede ser desafiante, esta inversión se traduce en una felicidad más duradera y significativa.
La satisfacción, por su parte, es una emoción que surge al superar retos y alcanzar los objetivos establecidos, como sacar buenas notas, obtener un ascenso o concretar objetivos personales. Y al igual que el disfrute, la satisfacción también requiere esfuerzo y sacrificio.
Tomar atajos en la vida, aunque pueda brindar resultados temporales, priva de la satisfacción auténtica. Por ejemplo, no produce la misma satisfacción sacar una A en una examen luego de haber estudiado mucho, que sacar una A por haber copiado. La satisfacción duradera proviene del esfuerzo auténtico y la dedicación.
Finalmente, el propósito es algo fundamental para enfrentar los desafíos de la vida. Aunque podemos prescindir del disfrute y la satisfacción por un tiempo, carecer de propósito nos deja perdidos ante los dilemas inevitables.
Las personas con un fuerte sentido de significado o propósito, a menudo lo descubren en el sufrimiento, por lo que tratar de evitar el sufrimiento para buscar la felicidad es ineficaz. Lo que es eficaz es encontrar el «por qué» de la vida y convertir el dolor en una oportunidad de crecimiento.
El propósito no proviene de la búsqueda de la felicidad instantánea, sino de la conexión con algo valioso que nos da paz interior y motivación para avanzar, incluso en medio de desafíos. Servir como voluntarios, por ejemplo, puede exponernos a realidades difíciles, pero el propósito subyacente de contribuir a algo más grande que uno mismo nos da fuerza y significado.
Hasta ahora hemos visto que la felicidad es una combinación del disfrutar, de tener satisfacción y de tener propósito. O sea, ser más feliz es tener más de estos elementos, pero de una manera equilibrada. No es tener todo de uno y nada de otro.
Sin embargo, es curioso que estos tres elementos tienen algo de infelicidad en ellos. Veamos: el disfrutar requiere trabajo y renunciar a algunos placeres; la satisfacción requiere sacrificio y no es duradera, y el propósito casi siempre conlleva sufrimiento.
En otras palabras, ser feliz requiere que aceptemos que la infelicidad es parte de la vida y entender que eso no debe ser un obstáculo para nuestra felicidad. Por lo tanto, tratar de erradicar la infelicidad antes de buscar la felicidad es una perspectiva limitante; aceptar ambas emociones permite comprender mejor muestra identidad y experimentar una vida más plena.
Entonces, para tener una perspectiva clara de la vida, es crucial cambiar la forma en que vemos la felicidad y la infelicidad. Si bien es natural querer tener emociones positivas, hacer de esto la única meta puede ser costoso y perjudicial, ya que la felicidad sin matices es inalcanzable. Es como ser agradecidos por la miel, y no por las abejas.
Vale aclarar que no estamos sugiriendo buscar el sufrimiento, ya que este nos encontrará a todos eventualmente. Lo que proponemos es esforzarnos por una vida rica, donde se aprecien tanto los momentos agradables como las lecciones de los desafíos. Este enfoque representa más que un cambio de mentalidad; es un nuevo estilo de vida lleno de oportunidades antes invisibles.
Así que, el primer paso para construir una vida mejor, es entender que la felicidad y la infelicidad son parte de la vida.
El segundo paso es aprender a manejar nuestras emociones, tanto las positivas como las negativas, para que hacernos más fuertes y pasar menos tiempo distrayéndonos con las partes de la vida que no disfrutamos. De esto vamos a hablar en los próximos episodios.
Antes de cerrar este episodio sobre crecimiento personal y la búsqueda de la felicidad, queremos dejarlos con unos ejercicios o consejos prácticos para ir construyendo esa vida que queremos.
1. Haz un inventario de felicidad, creando una lista con las actividades y experiencias que te hacen disfrutar, tener satisfacción y propósito. Una vez hecha, planifica cómo dedicar más tiempo y energía a las cosas que más te importan.
2. Dedica un tiempo cada día a reflexionar sobre las cosas por las que estás agradecido, ya que el expresar gratitud ayuda a enfocarnos en los aspectos positivos de la vida.
3. Identifica tus valores y creencias fundamentales, y trata de alinear con ellos tus acciones.
4. Cuando te surjan pensamientos negativos, cuestiona su validez y explora otras alternativas. Evita ser demasiado crítico contigo mismo y esfuérzate por tener una perspectiva más equilibrada.
5. Perdónate a ti mismo y a los demás. Aferrarse al resentimiento y la ira puede obstaculizar el crecimiento personal. Aprende a perdonarte a ti mismo y a los demás por los errores del pasado, lo que te permitirá sanar y crecer emocionalmente.
Desde el disfrute, hasta la satisfacción y el propósito, Dios nos exhorta a vivir con excelencia, y nos enseña cómo hacerlo con las siguientes palabras de la Biblia: “todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor y no como para la gente” (Colosenses 3:23). Porque cuando lo hacemos así, cada tarea se convierte en un acto de adoración y servicio a Dios y a nuestro prójimo.
Es nuestra oración que, en nuestra búsqueda de la felicidad, construyamos una vida que honre y glorifique a Dios en todo momento.
Hoy hemos explorado el fascinante mundo del crecimiento personal y la búsqueda de la felicidad, basándonos en el libro ‘Construye la vida que quieres’. Hemos visto que la clave no reside en tener la felicidad como una meta final, sino en encontrar un equilibrio armonioso de disfrutar, tener satisfacción y encontrar propósito en cada aspecto de nuestras vidas.
También vimos que la infelicidad es parte de necesaria de la vida que nos permite apreciar la felicidad, por lo que no debemos temerla o evitarla, sino aceptarla.
Finalmente, hablamos los beneficios de hacer un inventario de felicidad, expresar gratitud, meditar sobre los valores personales, desafiar pensamientos negativos y practicar el perdón.
Enfrentemos, entonces, el futuro con esperanza y determinación, construyendo la felicidad paso a paso.