¡Ya llegó noviembre! ¿Estás listo para el día de Acción de Gracias, la Navidad, el Año Nuevo, el Día de Reyes y luego San Valentín?
Tú dices «noviembre» y yo lo que escucho es COMER y comer, pero también escucho fiesta, gente, ruido, familia. Y donde hay un grupo de gente, ya sabes lo que hay también: conflictos. Y es que cada cabeza es un mundo. Todos somos diferentes. Y eso está bien pues así hemos sido creados. Así que no te preocupes. ¡Ponte el delantal y agárrate fuerte, porque hoy vamos a cocinar un festín de paz y reconciliación!
Hoy queremos hablar de cómo ser pacificadores. Y nos vamos a basar en el libro «Conviértase en un Pacificador Impactante» del Dr. Samuel Inbaraja.
Sabemos que una persona pacificadora es aquella que pone paz entre quienes están enojados o enemistados. El Dr. Inbaraja dice que la persona pacificadora es la que se propone resolver cada conflicto de manera tal de producir un cambio duradero.
Lo cierto es que todos tenemos la capacidad de ser pacificadores, convirtiendo los conflictos en oportunidades y sembrando semillas de entendimiento y compasión por donde vayamos, incluyendo, y especialmente, en nuestras familias. De nosotros depende, entonces, asumir el compromiso personal de abrazar la paz y la resolución de conflictos de forma de generar un cambio que perdure.
En un mundo lleno de desacuerdos, peleas y dramas, ser un pacificador se vuelve más importante que encontrar el último taco de carnitas en la ciudad. Convertirse en un pacificador no es sólo una opción, ¡es un llamado a ser ese cambio que el mundo necesita!
Y es que la paz no es un lujo, ¡es más necesaria que una taza de café caliente en la mañana! Sin paz, la humanidad no puede desarrollarse, avanzar y florecer. Pero si somos sinceros, tenemos que reconocer que la paz es algo muy volátil o efímero, algo tan frágil, que fácilmente puede ser destruida.
Cuando vemos tantos problemas y desavenencias a nuestro alrededor, es fácil sentirnos abrumados y desalentados. Pero aquí está el truco: el verdadero cambio comienza a nivel individual. Cada uno de nosotros tiene el poder de marcar una diferencia, sin importar cuán pequeñas sean nuestras acciones.
Cuando nos proponemos resolver los conflictos en forma positiva y duradera, abrimos la puerta a nuevas posibilidades. Ya no somos víctimas del caos, sino creadores de paz. Es como si tuviéramos un lienzo en blanco y, con cada pincelada de entendimiento, creamos un mundo más vibrante y colorido.
Ser pacificadores no siempre es pan comido, pero con un poquito de valentía y un montón de agallas, ¡podemos superar cualquier conflicto! Para empezar, es necesario que prestemos atención de verdad cuando interactuamos con otros, sin distraernos con las redes sociales ni con ese último chisme del vecino.
Aun cuando los demás piensen totalmente diferente a nosotros, nos corresponde hacer un esfuerzo por entenderlos. Esto no significa que vamos a cambiar nuestros valores, pero sí que podemos aprender a comprender las perspectivas y emociones de los demás.
De la misma forma, también es necesario que nos miremos al espejo y hagamos un poco de introspección, analizando nuestras actitudes y prejuicios. No nos hagamos los distraídos, amigos, todos cometemos errores. Pero lo importante es reconocerlo y estar dispuestos a aprender y mejorar. Así que: ¡digámosle adiós a la violencia, el odio y los prejuicios y cultivemos la empatía, el respeto y el diálogo como si fueran las especias secretas de la paz!
Repetimos lo que dijimos al principio de este programa: todo comienza con asumir un compromiso personal de aprender a resolver los conflictos en forma positiva y duradera. ¿Quieres que las reuniones familiares que se vienen en los próximos meses sean diferentes? Pues prepárate para sacar tus mejores habilidades diplomáticas y dejar tus armas de lado. Nada de cucharones voladores ni tenedores afilados; sólo el poder de la empatía y la comunicación asertiva con el fin de llevar paz.
Cuando llegue el momento de enfrentar a ese tío gruñón que siempre tiene algo que decir, no entres en pánico. Respira hondo y pon en práctica tu técnica secreta para desactivar bombas verbales. ¿Cuál es esa técnica? ¡El humor! Sí, mi amigo, el humor es una herramienta clave para suavizar una situación tensa. Ríete de ti mismo, cuenta un chiste malo o simplemente haz algo ridículo que les haga olvidar las diferencias.
Así que, ¡adelante, mi gente! Preparemos nuestro arsenal de amor y compasión, y hagamos de estas próximas fiestas un tiempo de paz, risas y una buena dosis de sazón latino. ¡Celebremos la vida resolviendo los conflictos con estilo y sabor latino!
Antes de terminar, quisiera compartir unas palabras muy apropiadas de Jesús, cuando dijo: «Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios». ¡Vaya, vaya, qué título más glorioso, ser llamados hijos de Dios por ser pacificadores!
Y es que ser pacificador en este mundo no es tarea fácil. A veces parece que el conflicto está tan arraigado en nuestra cultura que hasta la abuelita discute acaloradamente por su receta secreta.
Ser un pacificador al estilo latino es como ser un maestro en el arte de la diplomacia, pero con sabor latino. Sabemos cómo ponerles sazón a nuestras palabras y cómo encontrar el punto medio en medio de una discusión. Es como bailar una salsa en la que todos los pasos están en armonía y nadie pisa los pies del otro.
Y cuando logramos calmar las aguas turbulentas y encontrar la paz en medio del caos, se nos llama hijos de Dios. Es como si el mismísimo Dios nos diera un golpecito en la espalda y nos dijera: «¡Muy bien, hijo, estás haciendo un gran trabajo!»
Ser llamados hijos de Dios no es sólo un título grandioso, sino una invitación a llevar la paz y la armonía en nuestras palabras, nuestras acciones y hasta en nuestras recetas de la abuela. ¡Vamos a darle sabor a este mundo con nuestra forma única y divertida de ser pacificadores!
Conclusión
En nuestros próximos programas, vamos a explorar los secretos de la resolución de conflictos y descubrir cómo convertirnos en pacificadores de impacto. ¡Prepárense para tomar acción!
Vamos a aprender a navegar por los conflictos como verdaderos capitanes, a promover el entendimiento como si fuéramos maestros de la comunicación y a construir puentes más fuertes que un plato de tamales bien cargado. También seremos expertos en facilitar diálogos constructivos, como si estuviéramos organizando una fiesta donde todos bailan al ritmo de la paz.
Juntos, ¡vamos a transformar nuestro mundo de una manera épica! Haremos de la paz algo más real que encontrar estacionamiento en el centro de la ciudad. Es hora de que nos pongamos las pilas, abracemos la resolución de conflictos y nos convirtamos en esos pacificadores impactantes que el mundo necesita desesperadamente.
Pero no olviden, queridos amigos, que esto comienza con nuestro compromiso personal. Aceptemos el desafío de ser pacificadores y transformemos los conflictos en oportunidades de oro. Cultivemos la semilla de la comprensión y la compasión en cada interacción que tengamos en estas fiestas que vienen. ¡Recuerden, cada pequeño acto cuenta y podemos marcar la diferencia uno a uno!