• julio 22, 2021
  • Lo que el hombre y la mujer aprecian

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  • La comprensión y aceptación de las diferencias enriquece y potencia la vida de las parejas. Detrás de la comprensión mutua viene siempre un crecimiento en autoestima, en respeto y en admiración. Hoy hablaremos de las diferencias que existen entre lo que el hombre la mujer aprecian.

    Más de una vez en la pareja se dan situaciones en las que cada uno, ante un momento emocionalmente difícil cree tener la razón, sintiendo que el otro no lo comprende. En esos momentos surge la pregunta: ¿Cuál de los dos está en lo cierto? ¿Cuál de los dos tiene la razón? Tal vez, tras un gran enfado, cada uno se retira de la contienda pensando que el otro no lo comprende.

    Con frecuencia las parejas se escudan con una expresión muy significativa: «somos muy diferentes», y no se dan cuenta que el problema no está en ser diferentes, sino en no saber comprender esas diferencias. Lo primero no se puede evitar. Lo segundo es una conquista.

    Una buena comprensión del sexo opuesto ha salvado muchas relaciones de pareja. Más aún: la comprensión y aceptación de las diferencias enriquece y potencia la vida de las parejas. La comprensión trae consigo un crecimiento en la autoestima, el respeto y la admiración. Hoy hablaremos acerca de las diferencias en valores.

    Diferentes en lo que apreciamos

    La queja más frecuente que tienen las mujeres respecto a los hombres, es que ellos no las escuchan. El hombre generalmente o no le hace caso o escucha sólo unas palabras y luego da una solución. Como le parece que a la mujer eso no le basta, el hombre termina confundido. Pero lo que en realidad está sucediendo, es que la mujer desea solidaridad y comprensión, mientras que el hombre piensa que ella necesita soluciones.

    Por su parte, la queja más frecuente que tienen los hombres respecto a las mujeres es que ellas siempre están intentando cambiarlos. Cuando una mujer quiere a un hombre, se siente responsable de contribuir a su crecimiento e intenta ayudarle a mejorar su modo de hacer las cosas. Por mucho que el hombre se resista a su ayuda, ella persiste y busca cualquier momento para decirle lo que tiene que hacer. Ella cree que le está ayudando y él que le está controlando. Lo que él desea de la mujer es aceptación.

    ¿Por qué pasa esto? Porque somos DIFERENTES.

    1. Lo que el hombre aprecia

    Los hombres aprecian al poder, a la competitividad, a la eficiencia, al logro. Siempre están haciendo cosas para demostrar su valía, para desarrollar su poder y sus capacidades. Eso define su sentimiento del yo. Se realizan a través del éxito y del logro. De ahí incluso sus gustos: el deporte, la caza, la acción.

    A los hombres les tienen sin cuidado las novelas románticas y los libros de formación personal. Se interesan más por los objetivos y las cosas que por las personas y los sentimientos, y por obtener resultados y alcanzar objetivos. Y todavía mejor si lo hacen solos. La autonomía es un símbolo de eficiencia, poder y competencia.

    Comprender esta característica puede ayudar a las mujeres a entender por qué los hombres muestran tanta resistencia a que se les corrija o se les diga lo que tienen que hacer. Ofrecer a un hombre un consejo que no ha pedido, equivale a suponer que no sabe lo que debe hacer o que no es capaz de hacerlo solo. Ellos son muy sensibles a esto.

    También a esta luz debe entender la mujer por qué el hombre habla poco de sus problemas y se los guarda para sí: porque pedir ayuda sería una señal de debilidad. Sin embargo, cuando necesita ayuda, pedirla es una señal de sabiduría. Y en ese caso buscaría a alguien que le merezca consideración.

    Todo lo anterior es una de las razones por la que los hombres ofrecen de manera instintiva soluciones cuando las mujeres les hablan de sus problemas. En esas situaciones, el hombre se pone el título de «arreglalotodo» e intenta dar consejos para demostrar su amor. Quiere ser útil; cree que con sus consejos va a ser más valorado. Sin embargo, el hombre que comprende y acepta las diferencias es el que se da cuenta de que puede ayudar a la mujer con sólo escucharla.

    2. Lo que la mujer aprecia

    Las mujeres, por su parte, aprecian el amor, la comunicación, la belleza, las relaciones. Dedican más tiempo a apoyarse, a ayudarse, a cultivarse. Sus sentimientos y la calidad de sus relaciones definen su sentido del yo. Allí es donde encuentran su realización. Más que construir autopistas, les interesa convivir en armonía, en comunidad y en amorosa cooperación. Es un modo opuesto al del hombre.

    Para la mujer la comunicación tiene una importancia primordial. Manifestar sus sentimientos es mucho más importante que alcanzar metas o éxitos. Hablar y relacionarse entre ellas es fuente de enorme satisfacción. Al hombre le resulta difícil entender esto. Las mujeres están orientadas hacia las relaciones y no los objetivos. Les importa más expresar su bondad, su amor y su afecto.

    La mujer es muy intuitiva, tiene una capacidad de prever las necesidades ajenas. La mujer comprende las diferencias con el hombre cuando acepta que entre las mujeres necesitar y ofrecer ayuda no es ni ofensa ni señal de debilidad, pero en el hombre sí puede serlo. Para ella el que alguien le ofrezca ayuda es un galardón: hace que se sienta amada y halagada. Para el hombre, puede ser un insulto. La mujer comprende y acepta las diferencias cuando no le da al hombre un consejo o ayuda no solicitado.

    3. Lo que puedes hacer si eres mujer – Deja de dar consejos que no te han pedido

    Un ejemplo: están viajando y después de un tiempo se dan cuenta que llevan dando vueltas al mismo sitio. Ella sugiere pedir ayuda. Él se enfada. ¿Qué ha pasado? La mujer está diciendo: ‘yo te quiero, me preocupo por ti y te ofrezco mi ayuda’. El hombre entiende: ‘no confío en que encuentres el camino correcto; eres un incompetente’.

    ¿Qué hacer? Tratar de manifestar que se comprende lo que él está haciendo, aunque sea con el silencio. Cuando una mujer ofrece un consejo que no se le ha pedido e intenta ayudar a un hombre, no se da cuenta de lo crítico o poco afectuoso que puede parecerle a él su gesto. Más aún, es muy posible que el hombre se sienta más susceptible con las cosas pequeñas que con las grandes.

    Cuando el hombre se resiste a las sugerencias de la mujer, ella cree que él es un orgulloso y que no la apoya. Algunos ejemplos de cómo la mujer puede molestar al hombre dando consejos o críticas aparentemente inofensivas, son:

    * ¿Cómo se te ocurre comprar eso?
    * Los platos están todavía mojados.
    * Necesitas un corte de pelo
    * Ahí hay un sitio para estacionar, ¿no lo has visto?
    * Si lo pones ahí se va a perder.
    * Deberías llamar al fontanero, porque…
    * Deberías pasar más tiempo con los niños.
    * ¿Cómo puedes trabajar en ese despacho tan desordenado?
    * Conduces demasiado deprisa.
    * Deberías haber llamado, pues no sabía dónde estabas.
    * Las papas fritas tienen mucho aceite, no son buenas para tu corazón,
    * Esa camisa no va bien con esos pantalones.

    4. Lo que puedes hacer si eres hombre – Aprende a escuchar

    Los hombres deben recordar que las mujeres hablan de sus problemas para intimar y no precisamente para conseguir soluciones. A menudo la mujer sólo quiere manifestar sus sentimientos acerca de cómo le ha ido un día y el esposo creyendo ayudar la interrumpe y le ofrece una gran cantidad de soluciones, sin entender luego por qué esto le sienta mal a ella. Un ejemplo:

    Ella: ‘no tengo ni un minuto libre’.

    Él: ‘Deberías dejar ese trabajo’.

    Ella: ‘El trabajo me gusta, lo que pasa es que…’.

    Él: ‘Tú has sólo lo que puedas’.

    Ella: ‘Ya lo hago. Es increíble, pero hoy no he llamado por teléfono a mi mamá’.

    Él: ‘No te preocupes. Ella lo entenderá’.

    Ella: ‘Pero no te das cuenta de que está muy sola’.

    Él: ‘Te preocupas demasiado, y por eso vives infeliz’.

    Ella se enfada y grita: ‘Es que no me escuchas’.

    Un modo de relacionarse con la mujer es escucharla con solidaridad y comprensión.

    Cuando una mujer se resiste a las soluciones que le ofrece el hombre, éste siente que se está poniendo en duda su competencia. Por ello su disposición a escuchar también sufrirá menoscabo. Algunos ejemplos de cómo el hombre puede por error invalidar sentimientos o bien ofrecer soluciones no deseadas:

    * No deberías preocuparte tanto.
    * Pero eso no es lo que yo te he dicho.
    * Muy bien, lo siento.
    * ¿Por qué no lo olvidamos?
    * Pero sí hablamos de ello.
    * No deberías tomártelo así.
    * Si vas a quejarte luego, no lo hagas.
    * De ahora en adelante yo me encargo.
    * ¿Te importaría ir al grano?

    En la sección RECURSOS puedes descargar gratis
    el folleto titulado LA PAREJA

    Conclusión

    Cuando la mujer está disgustada, el hombre trata de cambiar sus sentimientos convirtiéndose en el señor «arreglalotodo» y ofreciendo para sus problemas soluciones que descalifican sus sentimientos. Cuando el hombre comete errores, la mujer intenta cambiar su conducta convirtiéndose en el comité para la mejora del hogar y ofreciendo consejos no solicitado.

    Esto no quiere decir que no haya cosas buenas en ambos en su forma de intervenir. El error realmente no es de fondo, sino de forma. Porque hay momentos en los que la mujer aprecia la presencia del «arreglalotodo» y el hombre la del «comité para el arreglo del hogar». Lo importante es respetar la sensibilidad del otro.

    El matrimonio no tiene simplemente «que soportarse». El amor debe crecer y crecer mucho. Debe convertirse en el garante de la propia felicidad y de la duración del mismo matrimonio. Más allá de una estética de fidelidad o deber, o de miedo a volver a empezar, el matrimonio debe basarse sobre la alegría y el gozo de amar y de sentirse amados, de comprender y de sentirse comprendidos, de respetar y sentirse respetados.

    Comencemos aceptando que somos distintos. Propongámonos seriamente conocer a fondo la realidad de nuestra pareja. Creemos en nuestro interior una actitud de misterio respetuoso hacia algo sagrado y lleno de dignidad. Si no aceptamos la realidad de que Dios hizo diferentes al hombre y a la mujer para enriquecer a cada uno con lo que esas diferencias aportan, se caerá en la realidad de un empobrecimiento absoluto y radical.

    Aceptemos, pues que SOMOS DIFERENTES, y ello en buena hora.


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