Introducción
Hoy vamos a hablar de lo que necesitan nuestros hijos para crecer sanos y convertirse en adultos responsables, productivos y felices aún en medio de cambios o dificultades.
Al igual que todas las demás, nuestra cultura latina posee características tanto positivas como negativas. Entre las negativas, por ejemplo, se encuentra el machismo, y entre las positivas, el alto sentido de lealtad familiar.
Pero, en las últimas décadas, nuestras familias han sufrido muchos cambios. Por ejemplo: la emigración nos ha separado de familiares y amigos; las familias actuales ya no tienen tantos hijos como antes; cada día hay más madres solteras y familias con hijos de diferentes padres, así como también cada vez son más los niños que están siendo criados por sus abuelos.
En medio de todos estos cambios es fácil sentirse confundido, ya que las cosas con las que crecimos, o a las que antes estábamos acostumbrados, ya no existen más. Cosas tan simples como por ejemplo tomar una siesta, o sentarse en el portal de la casa a conversar con los vecinos, en las grandes ciudades ya casi no se hacen más. Por otro lado, la mayoría de las madres trabaja fuera del hogar por lo que, ya desde bien pequeños, los hijos se crían con otras personas.
El ser padres implica una gran responsabilidad, ¡y no es tarea fácil! Ningún niño nace con un manual que explique todo lo que necesita para la vida, pero hay algunos principios comprobados que pueden hacer más fuerte a la familia.
Veamos algunos de ellos.
Primer principio – Comparte tiempo con tus hijos
En una encuesta que se hizo a 1500 niños, se les preguntó: «¿Qué les hace más felices?» La gran mayoría respondió: «¡Cuando hacemos cosas juntos en familia!»
Los niños disfrutan hacer de todo… pero lo disfrutan muchísimo más cuando lo hacen con sus padres, o con otros miembros de su familia.
A la mayoría de nosotros nos gustaría pasar más tiempo con nuestros hijos, pero la pregunta es: «¿cómo?» Lo importante es planificar.
Una paternidad sana y efectiva no sucede por accidente, sino que requiere un esfuerzo INTENCIONAL.
Si queremos que nuestros hijos se sientan cómodos como para confiar y compartir con nosotros sus problemas, sus sueños, sus sentimientos y aspiraciones, debemos dedicarles tiempo.
Pero no se trata de ‘encontrar más tiempo’, pues todos tenemos la misma cantidad de tiempo. De lo que se trata es de aprender a usar más sabiamente el tiempo que tenemos. Para ello, considera la posibilidad de hacer algunos cambios constructivos en el uso de tu tiempo. Por ejemplo:
1. Proponte pasar aunque más no sea unos 10-15 minutos cada día con cada uno de tus hijos individualmente, asegurándote que tu hijo sepa que ese tiempo es sólo para él.
2. Cuando tu hijo tenga práctica o partido de algún deporte, no te limites a llevarlo e irlo a buscar, sino quédate allí a presenciar y participar de la actividad con él.
3. En vez de que tu hijo mire televisión o juegue un videojuego mientras preparas la cena, invítale a que te ayude a cocinar.
4. Trata de al menos una vez a la semana mirar juntos un programa de televisión que a los dos les interese, o jugar a algún juego de cartas o de mesa.
Segundo principio – Mantén una buena comunicación
Se dice que la comunicación es un camino de dos vías. A continuación compartimos algunas pautas que ayudan a que se establezca y mantenga una buena comunicación:
1. Es imprescindible que tú, como padre o madre, estés disponible. Cada vez que tu hijo te quiere decir algo y tú le contestas: «Ahora no puedo, hijo. Quizás más tarde.» O: «No en este momento, querido. Mami está muy cansada.» O: «No me lo pidas a mí. Ve a pedírselo a tu padre», le estás diciendo que no estás disponible.
2. Demuestra afecto. La televisión o el Internet no sonríen ni abrazan, ni le dicen a tu hijo: «Te quiero mucho», ni se acercan a él para hacerlo sentirse importante, ni lo escuchan, ni rezan con él. Esas son cosas que sólo el padre y la madre pueden hacer.
3. Elige tus palabras con cuidado. Las palabras que decimos pueden edificar y animar, o pueden lastimar y destruir. Por lo tanto, antes de hablar piensa bien lo que les va a decir.
4. ¡Escucha con el corazón! Oír es recibir información, mientras que escuchar es comprender lo que la otra persona está pensando y sintiendo.
5. Promueve un ambiente seguro para tu hijo haciéndole saber que, diga lo que diga, o sienta lo que sienta, nunca le vas a dar la espalda.
Tercer principio – Demuestra reconocimiento, amor y compromiso
1. Hazle saber a tu hijo que le amas incondicionalmente NO por lo que hace, sino por quien es: un ser especialmente creado y amado por Dios.
2. Cumple las promesas que le haces a tu hijo. Para los niños, las buenas intenciones no son suficientes.
3. Hazle saber cuán importante es él a los ojos de Dios. La autoestima de tu hijo dependerá de si sabe quién es y a quién pertenece.
4. Enséñale que en la vida hay límites y reglas. Muéstrale claramente lo que está bien y lo que está mal.
5. No esperes cosas imposibles de tu hijo. Ama a tu hijo por lo que es, y ayúdale a desarrollar los talentos especiales que Dios le ha dado.
6. Cuando cometas un error, pide perdón. Dado lo pequeño de su mundo, los niños a menudo piensan que ellos son los únicos que cometen errores. El significado del perdón se hace más real cuando los hijos ven que tú también lo necesitas.
Cuarto principio – enséñale tus valores y vida espiritual
1. Piensa en los valores que quieres que tu hijo tenga, y luego piensa si estás viviendo y demostrándole esos valores.
2. Transmite la historia de tu familia. ¿Te has tomado el tiempo de transmitir la historia y cultura de tu familia a tu hijo, ya sea a través de fotos, cartas, o historias?
3. No limites el ejercicio de tu fe. Si profesas la fe cristiana, no limites el ejercicio de tu fe al domingo a la mañana, sino hazla parte de tu vida diaria.
4. Muéstrale con tus hechos que tú también necesitas ser perdonado. No tengas temor en demostrar que tú también necesitas el perdón y la gracia de Dios.
5. Ora por y con tu hijo. Pídele a Dios que le guíe en el camino de su vida, que le conceda un cónyuge cristiano, y que su vida marque una diferencia en el mundo.
Conclusión
Hoy hablamos de lo que necesitan nuestros hijos para crecer sanos y convertirse en adultos responsables, productivos y felices aún en medio de cambios o dificultades.
El ser padres implica una gran responsabilidad, ¡y no es tarea fácil! Ningún niño nace con un manual que explique todo lo que necesita para la vida, pero hay algunos principios comprobados que pueden hacer más fuerte a la familia, aún en medio de los cambios, recordando que la paternidad sana y efectiva no sucede por accidente, sino que requiere un esfuerzo INTENCIONAL.
Entonces, comparte tiempo con tus hijos, mantén una buena comunicación con ellos, demuéstrales reconocimiento, amor y compromiso y enséñales tus valores y vida espiritual.