DETALLE DE LO TRATADO
Introducción
Dos principios a seguir
Preguntas y respuestas
INTRODUCCIÓN
La mayoría de nosotros estamos acostumbrados a vivir con deudas:
■ la hipoteca de la casa
■ préstamos estudiantiles
■ préstamo del auto
■ tarjetas de crédito, etc., etc.
¿Y por qué no? Vivimos en una sociedad de consumo que nos incita a comprar y comprar, aun cuando no contemos con el dinero necesario para hacerlo. Y así caemos en la trampa del mal uso del crédito… que tan fácil es de conseguir en este país.
DOS PRINCIPIOS A SEGUIR
En el tema de finanzas hay dos principios importantes que debemos aprender y aplicar a nuestra vida:
1. Reconocer que sólo somos administradores
El primer principio es «reconocer que NO somos dueños, sino sólo somos administradores de los bienes que tenemos».
Vamos a hacer un ejercicio. Si de pronto alguien te regala mil dólares, ¿qué harías con ese dinero? Toma un lápiz y un papel y haz una lista. Algunas posibles respuestas quizás sean:
■ pagar una cuenta atrasada
■ ir a visitar a mis padres
■ hacer un arreglo en la casa o en el auto
■ comprar un televisor o una computadora nueva, etc.
Ahora imagina que de pronto se te aparece el ángel Gabriel y te dice: «Dios me ha enviado a confiar en tus manos estos mil dólares. Tu misión es gastarlos, invirtiéndolos de la manera en que Él mismo lo haría», ¿qué harías con ese dinero? Vuelve a hacer una lista. Algunas posible respuestas quizás sean:
■ ayudar alguna obra de caridad
■ dar una ofrenda a la iglesia
■ invertir parte del dinero para que los fondos no se acaben
■ alimentar a los pobres
¿Ves la diferencia? La primera lista de respuestas la damos cuando nos creemos «dueños», mientras que la segunda la damos cuando reconocemos que sólo somos «administradores».
2. Aprender a discernir entre necesidades, deseos y caprichos
El segundo principio es aprender a discernir entre lo que son
■ necesidades,
■ deseos y
■ caprichos.
■ Todos tenemos necesidades básicas. Dios creó nuestra mente y nuestro cuerpo para que ansiemos satisfacer esas necesidades.
■ Por otro lado, los medios de comunicación aprovechan la ansiedad que sentimos por satisfacer esas necesidades para vendernos cualquier cosa.
■ Por eso hemos aprendido a decir:
o necesito una computadora nueva
o necesito otro auto
o necesito una casa más grande
o necesito un televisor inteligente
Cuando, en realidad, lo que queremos decir es que nos gustaría tener una computadora nueva, otro auto, una casa más grande, etc., … pero no los «necesitamos» pues no son parte de nuestras necesidades básicas para sobrevivir (alimento, vestimenta, salud, un techo que nos cubra, etc.).
■ Cuando lo que queremos comprar está dentro de la categoría de necesidad básica pero es de mejor calidad, estamos hablando de un deseo. Por ejemplo:
o todos necesitamos comer y vivir bajo un techo,
▪ pero un plato de arroz no cuesta lo mismo que un bistec,
▪ y un departamento de dos habitaciones no cuesta lo mismo que una casa de siete habitaciones con vistas al mar.
Entonces, debemos proveer para nuestros deseos siempre y cuando contemos con el dinero suficiente en nuestro presupuesto.
* Todo lo que no sea una necesidad básica o un deseo, es simplemente un «gusto» o un «capricho».
* No está mal tenerlos… de vez en cuando.
Pero no deberíamos satisfacer un capricho hasta tanto nuestras necesidades estén satisfechas y tengamos el presupuesto necesario para hacerlo.
Pregunta: Nuestro hijo se va a la universidad en el otoño. Ya que la universidad está a cientos de kilómetros de distancia de nuestra casa, ¿sería buena idea darle una tarjeta de crédito para utilizarla para viajar a casa o en caso de emergencia?
Respuesta: El entregar una tarjeta de crédito a un joven que no ha sido preparado apropiadamente en el uso del dinero y que no ha demostrado habilidad en su uso por un periodo de tiempo largo no es una buena idea. Es muy fácil para los jóvenes sucumbir a la tentación de darse lujos con el dinero de sus padres. Peor aún, la falsa seguridad provista por el «dinero fácil» por medio de la tarjeta de crédito muy a menudo resulta en malas costumbres en cuanto al uso del dinero más adelante en sus vidas.
Por otro lado, a aquellos hijos que han sido preparados desde jóvenes, que han sido enseñados los principios básicos de manejar el dinero y que han demostrado su habilidad de usar las tarjetas de crédito con madurez, se les puede tener confianza en cuanto al uso de la tarjeta sin problema. Usted debe ser quien decide si su hijo está preparado para asumir tal responsabilidad.
Pregunta: ¿Cómo puedo hacer para establecer crédito?
Respuesta: La mejor manera para establecer crédito al principio es sacar prestado contra algo que uno ya posee. Por ejemplo, si uno tiene una cuenta de ahorros con $1.000 dólares y quiere pedir prestado la misma cantidad, cualquier banco le da un préstamo de $1.000 dólares usando la cuenta de ahorros como fianza. Por lo general, el banco cobrará alrededor de un 2% de interés, por lo cual el costo neto de un préstamo anual de $1.000 sería de unos $20 dólares. Luego, usando al banco como una referencia de crédito, se puede obtener una tarjeta de crédito.
Pregunta: ¿Qué pasa cuando, a pesar de haber resuelto dejar de tener deudas y estar pagando a mis acreedores tan rápido como me es posible, mi historial de problemas financieros hace que mi crédito no sea bueno? ¿Qué puedo hacer para mejorarlo?
Respuesta: Se requiere de mucho tiempo para llegar a tener una buena reputación, pero muy poco para destruirla. Si usted ya se ha puesto en contacto con sus acreedores y les ha pedido que revisen la clasificación de su crédito presentado ante la oficina de créditos, no hay mucho más que pueda hacer. Aun cuando Dios es fiel en perdonarnos cuando le pedimos perdón por haber violado algunos de sus principios sobre las finanzas, esto no quiere decir que vamos a evitar las consecuencias de nuestros actos. No hay ningún remedio rápido para sanar un mal historial de crédito.
A no ser que usted pueda comprobar ante la oficina o agencia de créditos, por medio de cheques cancelados y recibos de pago de cuentas, que los acreedores se han equivocado en cuanto a su historia de crédito o deudas, la única manera de limpiar su nombre es por medio del uso disciplinado del crédito que le quede por un largo tiempo.
Pregunta: Mi esposo es dueño de un pequeño negocio. Debido a la economía en nuestra área hemos sufrido grandes pérdidas y el negocio debe muchísimo dinero. Se nos ha aconsejado que nos declaremos en quiebra. ¿Está bien hacer esto?
Respuesta: Yo no creo que Dios haga una diferencia entre una deuda personal o una deuda de negocio. Cuando uno pide prestado dinero, por cualquier razón, usted se compromete a pagar lo que le han prestado. Quizás por un breve tiempo deberá vivir de manera apretada, y no le parecerá «justo,» pero con el pasar del tiempo apreciará el haber obedecido a Dios, y eso es lo que más importa.
Una vez digo que usted no debe dejar de buscar la protección del tribunal hasta que le sea posible establecer un plan de pago. Esa es una decisión personal que toma entre usted y Dios.
Pregunta: Mi esposa y yo estamos tan hundidos en deudas que no vemos ninguna manera de salir de ellas, con la excepción de declararnos en bancarrota. ¿Prohíbe la Biblia que hagamos esto?
Respuesta: Esta no es una pregunta que se puede contestar fácilmente. La Palabra de Dios dice claramente que como creyente usted es responsable de cumplir con lo que ha prometido y debe pagar lo que debe. ¿Quiere decir esto que provisionalmente usted no debe aprovecharse del remedio legal provisto por las cortes para protegerse hasta que tenga la habilidad de pagar las deudas? A menudo esta es una decisión propia. Pero sobre toda cosa un creyente debe estar dispuesto a aceptar la obligación de pagar a todo aquel al que le debe.