¿Alguna vez te ha pasado que escuchas con dolor en tu corazón la noticia de que alguien cercano a ti está gravemente enfermo, pero a la misma vez, en tu mente, piensas sin querer, que eso nunca te tocará a ti? Hoy queremos conversar acerca del golpe fuerte que nos da la vida cuando nos llega una enfermedad. Después del shock, la rabia y todas las etapas del duelo que produce la noticia de una enfermedad, ¿qué nos queda por hacer?, ¿cómo lo enfrentamos?, ¿cómo ayudamos a ese ser querido a quien vemos todos los días empeorar con una enfermedad grave? Sigue escuchando…
Hemos tomado para este programa un artículo escrito por Héctor Fester del equipo de vivenciar.net, titulado «Enfrentando las enfermedades«. Vivenciar es un portal hermano de Sentido Latino, que ofrece no solo recursos, sino también apoyo y acompañamiento. Lo que más me gusta de Vivenciar.net es que tiene personas entrenadas para responder por chat a quienes buscan ayuda cuando están pasando por momentos difíciles, como una enfermedad grave.
De acuerdo con Fester, en la búsqueda de las causas que pueden llevarnos a la enfermedad aparecen hipótesis que responsabilizan los cambios del clima, la aparición de un nuevo virus, el estrés, el mal descanso, el cigarrillo, el alcohol y la mala alimentación y hasta los problemas anímicos.
¿Sabías que algunos especialistas dicen que el 90% de las enfermedades tienen que ver con los acontecimientos sociales, económicos, políticos, psicológicos y espirituales que afectan a las personas? Al parecer, los seres humanos hemos cavado nuestra propia tumba. Y un día le toca a alguien caer en la tumba que yo cavé y quizá un día caeré yo en la tumba que otro cavó.
La realidad es que, cuando llega una enfermedad, nunca se trata de una sola causa sino de muchas causas que concuerdan en un momento en una persona. Puede haber también una disposición a ciertas enfermedades en la estructura genética de la persona.
Sea cual sea la causa, lo cierto es que cuando la enfermedad aparece en nuestra vida casi siempre decimos «nunca imaginé que me pasaría esto», y se nos llena la mente de preguntas: ¿Por qué a mí? ¿Por qué justo ahora? ¿Adónde puedo ir para que me curen? ¿Será grave esta enfermedad?
Y mucha de la tranquilidad que necesitamos para enfrentar y superar nuestra enfermedad depende de la respuesta que encontremos a estas preguntas, pero también de que nuestra respuesta sea sincera, realista y positiva.
La OMS (Organización mundial de la salud) define a la salud como el estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades.
Muchas veces los latinos, en medio de una enfermedad, nos preocupamos solamente de la parte física. Pero debemos recordar que somos seres con sentimientos y emociones, seres que necesitan de la compañía de otros, de nuestros semejantes. Por eso es muy necesario cuidarnos mucho en la parte mental, porque si estamos mentalmente saludables, tendremos mejores condiciones de enfrentar las dolencias físicas que nos afectan. Es cada vez más evidente que necesitamos cuidar de nuestra vida íntegramente, observando nuestra salud física, mental y espiritual.
¿Qué debemos hacer después de recibir el diagnóstico de una enfermedad grave? La forma en que responderemos dependerá de muchas circunstancias, pero hay que tomarlo con calma a la vez que darle la seriedad que merece. No sirve hacer conjeturas ni buscar consejo en personas que han pasado por situaciones similares, como la vecina que nos cuenta que al padrino del esposo de su prima le pasó lo mismo y se curó ¡tomando té de jengibre! ¡Todo esto nos confunde! Escuchemos a los médicos y tratemos de seguir sus instrucciones al pie de la letra.
También tenemos la costumbre de buscar información y respuestas a nuestras preguntas en internet, lo cual puede llevarnos a la desesperación o a falsas expectativas. No hay problema en buscar información, pero no debemos hacer nada sin consultar al profesional que está cuidando de nuestra salud. Cada caso y cada situación es particular y por ello es necesario que se tome como tal. Es aquí donde podemos enfrentar la realidad con rapidez y esperanza. El pasado y el diagnóstico quizá no lo podemos cambiar pero según cómo vivamos este presente puede cambiar mucho nuestro futuro.
Cuando estamos luchando contra una enfermedad grave, debemos hacer lo posible por cuidar nuestras actitudes. Por ejemplo, tratemos de:
Es fácil deprimirse frente a una enfermedad. A veces nos sentimos tan vulnerables frente al dolor, que nos transformamos en seres indefensos y frágiles. Hasta el más fuerte se vuelve nervioso o simplemente desmaya cuando tiene que enfrentarse con el sufrimiento. Cuando estamos enfermos podemos sentirnos solos, y parece que la soledad torna aún más doloroso el mal que padecemos.
Claro que es muy distinto sentirse solo que estar solo: podemos sentirnos solos aun cuando estemos rodeados de personas. En momentos difíciles es bueno tener una persona en quien poder confiar hasta nuestros temores más íntimos. Todo dolor físico o emocional se hace más llevadero cuando es compartido con alguien. La presencia de un amigo o de un ser querido puede ser el apoyo tranquilizador que se necesita y anhela.
Generalmente, estar enfermo implica necesitar ayuda de los demás. Sin embargo, hay muchos enfermos que por orgullo o vergüenza se molestan por no poder arreglárselas solos. Como nunca dependen de nadie, cuando necesitan que otros los cuiden, en muchos casos hasta que los alimentes, los cambien, los bañen, los vistan, etc., se sienten sumamente incómodos y avergonzados. Es cierto que tener que depender de los demás puede resultar difícil. Sin embargo, cuando aprendemos a confiar y depender sanamente de los demás y ayudamos en lo que podemos, la recuperación se hace más fácil y mucho más llevadera.
Para eso es indispensable poder depositar nuestra confianza en aquellas personas de quienes dependemos. Recordemos que la confianza en el médico, los enfermeros y familiares que nos atienden favorece la recuperación.
De acuerdo con la página web de HelpGuide, una pequeña organización independiente sin fines de lucro que dirige uno de los 10 mejores sitios web de salud mental del mundo, cuando estamos enfermos debemos:
1. Explorar nuestras emociones
Es fácil tener miedo de nuestros sentimientos cuando enfrentamos una afección de salud grave. Podemos caer en pensar que embotellar nuestras emociones, poner una cara valiente y obligarnos a ser positivos y alegres será lo mejor para nuestra salud. Sin embargo, ser honestos sobre cualquier emoción negativa que estemos experimentando no retrasará nuestra recuperación de ninguna manera. Incluso puede tener el efecto contrario. Entonces, no ignoremos nuestros sentimientos; mejor decidamos gestionarlos y permitirnos sentir.
2. Realizar actividades que nos traigan sentido y alegría
Cualquiera que sea la afección médica a la que nos enfrentemos, no tiene que definir quiénes somos como personas. Al continuar con aquellas actividades que aportan significado, propósito y alegría a nuestra vida, podemos reafirmar que son estas cosas las que nos definen como individuos, no nuestra enfermedad.
3. Gestionar la ansiedad y la depresión
Cuando tenemos una enfermedad grave, es normal sentirnos triste por nuestra salud y llorar por las esperanzas y sueños que pudimos haber perdido como resultado de nuestra condición médica. También es natural preocuparse por lo que puede deparar el futuro o estar preocupados por ciertos tratamientos. Pero si tales sentimientos persisten y comienzan a interferir con nuestra vida diaria, puede que estemos sufriendo de depresión o ansiedad.
4. Conviviendo con un ser querido enfermo
Convivir con una persona enferma no es una tarea fácil. Según el sitio de pacientes de la Academia Americana de Hospicios y Medicina Paliativa (AAHPM), al determinar un plan de cuidado para el ser querido que está enfermo debemos:
* Aprendes sobre la enfermedad del ser querido. Conocer la enfermedad y el pronóstico puede ayudar a anticipar sus necesidades.
* Aprender sobre los tratamientos disponibles para aliviar el dolor.
* Tener a mano la información de contacto del equipo de atención médica para poder llamar cuando surgen preguntas.
* Hacer lo posible para que el tiempo juntos sea de calidad e incluya el recordar momentos vividos y hablar de esperanzas y sueños para el futuro. De ser posible, realizar actividades que ambos disfruten, apreciando el aquí y ahora y tomando un día a la vez.
* Hacer arreglos en el trabajo. Algunas empresas ofrecen horarios reducidos o flexibles, o también es posible tomar una licencia temporal. Si se cumple con los requisitos, la Ley de Licencia Familiar y Médica (FMLA) permite tomar hasta 12 semanas de licencia no remunerada sin perder el trabajo.
Pero quizá lo más importante sea cuidar de ti mismo. Dependiendo de la enfermedad y la manera en que esta se haga presente, las personas que conviven y cuidan a un enfermo van sintiendo diferentes dolencias físicas, psíquicas y espirituales. Es necesario siempre evaluar la situación en que se está viviendo y buscar un equilibrio en la atención de la persona como de nuestra propia vida. Si esto no se hace adecuadamente posiblemente haya dos personas enfermas y todo se tornará aún más difícil.
Por más cuidadosos que seamos con nuestra salud, las enfermedades, el sufrimiento y la muerte siguen siendo una realidad de la vida porque así es la condición humana. Aceptar la enfermedad implica reconocer que Dios es el Señor del universo, el hacedor de la vida y quien tiene poder sobre la misma. Él nunca nos abandonará. Más bien, camina a nuestro lado en todo momento dándonos la fuerza y la esperanza que necesitamos para enfrentar cada situación difícil en nuestra vida. Él está con nosotros y no nos dejará en medio de la enfermedad.