Las perlas nos recuerdan que del dolor puede salir algo hermoso. Todos enfrentamos sufrimientos y dolores. Pero a través del tiempo, de su perdón y su amor, Dios los va transformando en perlas que, en vez de derrotarnos, nos adornan y dan belleza a nuestra vida.
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La violencia contra las mujeres y las niñas sigue siendo un problema mundial, agravado aun más por los bloqueos del COVID-19. En esta época de Pascua, hagamos un esfuerzo por resucitar el empoderamiento y la honra de las mujeres y niñas de todo el mundo.
Vivimos en una sociedad con corrientes muy fuertes de odio, peleas, rencores y divisiones. Si no nos amarramos la soga de la fe, fácilmente esa corriente nos puede arrastrar y nos podemos ahogar en sentimientos ruines que no nos llevan a nada más que nuestro propio mal.
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¿Qué te produce felicidad: tener cierto estatus, ser más importante que otros y tener grandes logros, o poner tus recursos y habilidades al servicio de los demás? ¿Estás de acuerdo en que no vinimos a este mundo para ser servidos sino para servir?
El verdadero amor no es un sentimiento, sino una acción que decidimos realizar. El amor no es una herramienta, mucho menos un arma, para manipular a las personas, sino el deseo de hacerle bien al otro. En definitiva, el amor es un estilo de vida.
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Todos sentimos la necesidad de aprobación. La justificación es parte de nuestra vida, es algo que buscamos y deseamos. Y la medida o norma de nuestra justificación en el mundo son las cosas que hacemos, o que dejamos de hacer. Pero, ¿es realmente así?
El acoso escolar es un problema cada vez más grande en las escuelas, que causa un impacto muy profundo. Los adultos tenemos la responsabilidad de hacer todo lo que esté a nuestro alcance para que esto no suceda. Nuestro silencio o falta de acción nos hace cómplices de ese comportamiento destructivo.
La ciencia ha demostrado que todos tenemos virtudes en diferentes áreas y que es mucho más beneficioso tratar de mejorar esas virtudes que tratar de corregir nuestras deficiencias. Hoy hablaremos sobre la justicia, la templanza y la trascendencia.
Todo lo que vale la pena en esta vida tiene un precio y debemos aprender a pagarlo y a luchar por lo que queremos. No se puede ir al cielo sin pasar por la muerte y no hay gloria sin cruz.
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La vida es como el mar: llena de olas, grandes y chicas, que traen cambios. Cada vez que nos llega una ola tenemos dos opciones: podemos hundirnos en el agua debajo de ella para evitarla, o podemos montarla y divertirnos con ella, mientras disfrutamos de estar vivos.