• febrero 25, 2021
  • ¿Para qué sirvo? – Parte 2

  • Regresa

  • Detalle de lo tratado

    Introducción
    Virtudes del carácter

    1. Justicia
    2. Templanza
    3. Trascendencia

    Conclusión

    Introducción
    Los seres humanos podemos ser los peores críticos de nosotros mismos. No queremos fallar ni cometer errores por lo que, cuando lo hacemos, nos insultamos a nosotros mismos duramente, quedando con el sentimiento de que no servimos para nada.

    Si nos enfocamos en las cosas que no sabemos hacer o en nuestras debilidades, estaremos en un constante estado de inconformidad y hasta con baja autoestima. Todos los seres humanos tenemos fortalezas en diferentes áreas y virtudes con las que nacemos. Lo que proponemos hoy es que aprendamos a identificar nuestras fortalezas innatas y así influir positivamente en nuestro propio bienestar y el de la sociedad.

    A partir de principios este siglo, en las ciencias sociales se aceptaron como universales 24 virtudes del carácter que conforman lo mejor de nuestra personalidad. Cuando nos enfocamos en esas virtudes mejoramos nuestro bienestar general, pues tenemos más emociones positivas, estamos dispuestos a comprometernos más, le encontramos significado a la vida y nos relacionamos con los demás en forma positiva. Esto, a su vez, nos ayuda a aceptarnos más, a ser más autónomos, a alcanzar nuestras metas, a tener mejor salud física y a ser más resilientes.

    Virtudes del carácter
    Esas virtudes universales están agrupadas en seis categorías, a saber: sabiduría, valor, humanidad, justicia, templanza y trascendencia. En un programa anterior hablamos de las tres primeras, así es que hoy vamos a hablar acerca de las tres últimas. Vale aclarar que todos poseemos las 24 virtudes, solo que en diferente medida. Escucha con atención, y te darás cuenta de lo maravilloso que eres y cuánto tienes para aportar a tus seres queridos y a la sociedad que te rodea.

    1. JUSTICIA – Las virtudes de la justicia son ampliamente sociales, relevantes para la interacción óptima entre el individuo y el grupo o la comunidad. A medida que el grupo se reduce en tamaño y se vuelve más personalizado, las virtudes de la justicia convergen con las virtudes individuales de la humanidad.

    I. Equidad: tratamos a todas las personas por igual; no permitimos que los sentimientos personales influyan en las decisiones sobre los demás, sino que damos a todos una oportunidad justa.

    II. Liderazgo: animamos a un grupo del cual somos parte, fomentamos las buenas relaciones dentro del grupo y organizamos actividades en grupo, analizando luego los resultados.

    III. Trabajo en equipo: trabajamos bien como miembros de un grupo o equipo; somos leal al grupo haciendo nuestra parte.

    2. TEMPLANZA – Las virtudes de la templanza son rasgos positivos que nos protegen de excesos dañinos, como por ejemplo: el odio, contra el cual nos protegen el perdón y la misericordia; la arrogancia, contra la cual nos protegen la humildad y la modestia; el placer inmediato (que produce consecuencias a largo plazo), contra el que nos protege la prudencia; y los arrebatos emocionales, contra los cuales nos protege la autorregulación. Las virtudes de la templanza se definen en parte por lo que nos abstenemos de hacer.

    I. Perdón / misericordia: perdonamos a quienes han obrado mal; damos a las personas una segunda oportunidad; no somos vengativos.

    II. Modestia / humildad: dejamos que nuestros logros personales hablen por sí mismos; no tratamos de ser el centro de atención; no nos creemos más especiales de lo que somos.

    III. Prudencia: somos cuidadosos al elegir; no corremos riesgos indebidos; no decimos ni hacemos cosas de las que luego nos podamos arrepentir.

    IV. Autorregulación: regulamos lo que uno sentimos y hacemos; somos disciplinados; controlamos nuestros apetitos y emociones.

    3. TRASCENDENCIA – Los puntos fuertes de la trascendencia pueden parecer a primera vista muy variados, pero el tema común es que cada uno nos permite forjar conexiones con el universo más amplio y, por tanto, dar sentido a nuestra vida. El alcance de las virtudes de la trascendencia abarca parte o todo el universo más amplio. El prototipo de esta categoría es la espiritualidad, definida como la creencia y el compromiso con los aspectos trascendentales (no materiales) de la vida, ya sean universales, ideales, sagrados o divinos.

    I. Apreciación de la belleza y la excelencia: notamos y apreciamos la belleza, la excelencia y el desempeño hábil en todos los ámbitos de la vida, desde la naturaleza hasta el arte, las matemáticas, la ciencia y la experiencia cotidiana.

    II. Gratitud: estamos conscientes y agradecidos por las cosas buenas que suceden; tomamos tiempo para expresar agradecimiento.

    III. Esperanza: esperamos lo mejor en el futuro y trabajamos para lograrlo; creemos que es posible lograr un buen futuro.

    IV. Humor: nos gusta reír y bromear; sonreímos; vemos el lado bueno de las cosas; les alegramos el día a quienes nos rodean.

    V. Religiosidad / espiritualidad: tenemos creencias coherentes sobre el propósito y razón de nuestra vida; sabemos dónde encajamos en la amplitud del universo; nuestras creencias sobre el significado de la vida moldean nuestra conducta y nos brindan consuelo.

    Conclusión
    Los seres humanos podemos ser los peores críticos de nosotros mismos. No queremos fallar ni cometer errores por lo que, cuando lo hacemos, nos insultamos a nosotros mismos duramente, quedando con el sentimiento de que no servimos para nada. Sin embargo, está demostrado que todos tenemos virtudes en diferentes áreas y que es mucho más beneficioso tratar de mejorar esas virtudes que tratar de corregir nuestras deficiencias.

    Hasta ahora hemos presentado a rasgos generales las seis categorías que contienen esas 24 virtudes universales. En los próximos meses profundizaremos sobre cada una de esas categorías para así aprender a identificar mejor nuestras virtudes y poder influir positivamente en nuestro bienestar, el bienestar de nuestras familias y el de la sociedad que nos rodea.


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