Detalle de lo tratado
Introducción
Algunas personas quieren «tapar el sol con un dedo» o «hacer una montaña de un grano de arena». Estos son dos problemas que pueden afectar seriamente a tu matrimonio y se deben evitar a toda costa.
Muchas veces nuestra pareja tiene problemas graves de conducta que nosotros minimizamos o no les damos importancia, los evadimos o tememos enfrentarlos. Quizá surgen sentimientos ambivalentes y, una vez que los detectamos, huimos de la realidad.
La incongruencia en nuestras acciones
Muchas veces creemos en algo pero hacemos algo totalmente distinto. Nos preparamos para enfrentar un problema, lo detectamos claramente y sabemos que debemos cambiarlo. Sabemos que existe. Pero en el último momento no lo enfrentamos por temor. Quizás vemos el precio del cambio muy elevado… nos retiramos de la batalla.
Generalmente, esto sucede cuando descubrimos que nuestra pareja mira pornografía, gasta sin control, toma alcohol excesivamente, trabaja mucho, no reconoce o asume que su deseo sexual ha disminuido, usa drogas, etc.
Esto se ha comparado con el cuento de las «ranas en una olla». Pusieron unas ranas en una olla con agua y encendieron el fuego. Poco a poco el agua de la olla se fue calentando y las ranas permanecieron cómodamente allí, aclimatándose a la temperatura cada vez más alta… hasta que murieron. Te vas acostumbrando a vivir con el problema hasta que te sientes cómodo sin resolverlo. Pero esto siempre acaba mal, pues acaba con la destrucción de lo que amas.
La negación de un problema
No nos damos cuenta de la negación en el momento en que ocurre. Sólo nos damos cuenta cuando miramos hacia atrás y descubrimos el daño causado. Estamos ciegos, inmersos en el problema. Encontramos excusas que apoyan nuestra negación. Hacemos caso omiso a los daños a nuestra relación, muchas veces a nuestra salud y a nuestra familia. Llega un momento en que nuestra conducta se vuelve adictiva. Las personas a nuestro alrededor nos advierten y nos aconsejan, pero no vemos el problema por ningún lado.
Es más, nos ofendemos por la incomprensión y envidia de los demás. Seguimos evitando hablar con nuestra pareja de una manera sincera. Esto ocurre porque no queremos cambiar, queremos que el otro cambie.
Considera tu matrimonio. ¿Cuán sincero eres acerca de los problemas en tu relación? ¿Aceptas tu responsabilidad? ¿Pides perdón?
La codependencia
La codependencia hace que hagas caso omiso de las fallas de la otra persona, lo cual las refuerza. Dependes de alguien para sentirte completo y no estás dispuesto a renunciar a él o ella. Por eso, no ves la verdad de los hechos. La codependencia es un grave problema en el matrimonio porque, en vez de encontrar la solución al problema, lo dejas crecer y empeorar. Se muere la sinceridad en la pareja. Hay una verdad oculta que no se puede tapar realmente.
Los problemas no desaparecen milagrosamente, es necesario enfrentarlos, aceptarlos y tener un plan de acción para resolverlos.
Algunas soluciones
Continuar en el camino de la negación o la codependencia a la larga puede causar estragos en tu relación matrimonial. Este camino te causará mucho dolor ya que no podemos «tapar el sol con un dedo». Pero hay un camino mejor. A continuación hablaremos de él.
Debemos examinar nuestros sentimientos, saber de verdad lo que sentimos y pensamos y estar dispuestos a hablar de ello con sinceridad. La mayoría de nosotros estamos acostumbrados a moldear nuestras opiniones de acuerdo a quienes nos rodean. A mi esposa, por ejemplo, le gusta escribir como una manera de reflexionar sobre las cosas que le han pasado y así poder entender mejor las cosas que la afectan. Escribir sobre nuestras emociones es un ejercicio poderoso.
No debemos ocultar nuestra pasión ni nuestra vulnerabilidad. Debemos expresar el enojo, la frustración, el desencanto y los celos. También debemos hablar del dolor, la culpa y el temor que sentimos. Nuestra relación debe ser transparente, para no dar lugar al diablo.
Es cierto que cuando somos totalmente francos nos arriesgamos a ser criticados o ridiculizados, o a que nos digan: «no me importa lo que creas o sientas». El costo es alto, pero vale la pena ser honesto y sentirse libre de expresar lo que tenemos en el corazón.
A veces los cambios producen temor y a veces es necesario tener una crisis para salir de la rutina y la aceptación de cosas irreales. Espera siempre un resultado positivo de una crisis manejada con sinceridad y valor.
Aunque tu relación se haya tornado difícil ten ánimo, cobra valor y sigue adelante. Busca la ayuda profesional de un consejero, pastor o terapeuta. No te rindas, es tu responsabilidad trabajar y luchar por lo que quieres y valoras. Nadie puede hacerlo por ti; solo tú eres responsable de tu vida y decisiones.
Decide voluntariamente dar más de ti en la relación, aun cuando ello implique renunciar a algo que te gusta, a cambio del bienestar de tu pareja. Respeta y valora las responsabilidades y compromisos de los demás.
Nuestra meta no debe ser el control, la victoria y el poder, sino el bienestar común, el apoyo, la intimidad con nuestra pareja. Por eso es necesario que seamos responsables en nuestras acciones y decisiones. Todo lo que hacemos, o dejamos de hacer, causa un efecto en nuestra pareja; por eso debemos aprender a pedir perdón, a decir por favor y gracias, no entiendo, o yo soy culpable de esto porque …
Debemos aprender a ver a nuestra pareja como a alguien diferente a nosotros. No debemos revestirle de fantasía o reinventarle, sino amarle así como es.
Nuestra pareja viene de un hogar diferente al nuestro. No importa que hayamos nacido en el mismo país, hablemos la misma lengua o tengamos la misma cultura. Hay otra cultura que debemos valorar y es la cultura de cada hogar. Tu hogar fue diferente al hogar donde tu pareja fue criada, los valores, disciplina y dinámicas de cada hogar son diferentes.
Cuando te tomas el tiempo de conocer a tu pareja, descubres que sus ideas, pensamientos y valores son diferentes a los tuyos. Esa realidad debe ser aceptada y valorada en su totalidad. Debes respetar la forma como su familia veía la vida para que haya un respeto integral de él o ella como individuo de esta sociedad.