• julio 7, 2022
  • ¿Qué hago sin mis hijos?

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  • Introducción

    Hoy queremos hablar del síndrome del nido vacío, o sea, de lo que nos ocurre a nosotros, los padres, cuando nuestros hijos crecen y se van de casa. En el programa anterior hablamos de cómo preparar a nuestros hijos para su independencia y para que comiencen su vida de adultos. Si no lo has escuchado, puedes hacerlo en esta página.

    Para los latinos en los Estados Unidos este es un tema especial y delicado, porque en la mayoría de nuestros países nuestros hijos se independizan y se mudan de la casa paterna cuando se casan y hacen sus propias familias. Y hay algunos que aun después de casarse se quedan en casa. El asunto es que acá en los Estados Unidos, la mayoría de los muchachos se independizan a los 18 años cuando se van a la Universidad y comienzan su vida de adultos.

    Y eso es normal, es la ley de vida. Y nosotros como padres debemos estar preparados para cuando ellos levanten vuelo, para que el arcoíris de emociones no nos invada repentinamente y nos quedemos sin respuesta.

    Y para eso ponemos a tu disposición nuestro folleto titulado «Cuando los hijos se van«. Lo puedes descargar de forma gratuita en la sección de recursos de esta página web.

    Cómo preparar a nuestros hijos para su independencia

    En el programa anterior dijimos que hay ciertos aspectos específicos en los que debemos preparar a nuestros hijos para su adultez. Aquí les va un resumen:

    1. Primero debes prepararte tú.

    2. Comienza lo antes posible.

    3. Enséñales a desempeñarse solos en el mundo, por ejemplo: cómo resolver problemas, cómo mantener una conversación con otro adulto, cómo hacerle frente al rechazo, cómo hacer un presupuesto, cómo abrir una cuenta en el banco y administrar su dinero, lo que implica hacerse cargo de las tareas domésticas de la vida diaria, el cuidado de su salud, tanto física como mental y espiritual, con todo lo que esto implica.

    4. Discute cuánto estarás (o no) disponible para ayudar después de que tu hijo se vaya de casa.

    5. Planifica cada escenario posible.

    ¿Qué hago ahora que mis hijos se han ido?

    Y después que los hemos preparado bien y nuestros hijos han levantado vuelo y se han ido de casa, nos queda la pregunta: ¿Qué hago sin mis hijos? Ahora queremos hablar de cómo prepararnos para cuando nuestros hijos ya no vivan con nosotros.

    La verdad es que todos los padres sabemos que, tarde o temprano, nuestros hijos se van a ir de nuestra casa. Porque, como bien dice Khalil Gibran en su libro «El Profeta«: «Tus hijos no son tus hijos. Son hijos e hijas de la vida, ansiosa por perpetuarse. Ellos no vienen de ti, sino a través de ti. Y, aunque estén a tu lado, no te pertenecen

    Pero, cuando los hijos se van, cuando su habitación queda vacía, cuando la casa se llena de silencio, por lo general a los padres nos sobreviene una gran desolación. Independientemente de la calidad del vínculo afectivo que tengamos con nuestros hijos, su partida significa un cambio radical: tanto en la vida de quien se va, como en la de quien se queda. Lo que varía es la forma de vivir este proceso de transformación en el cual se termina el rol de cocinar para ellos, de jugar con ellos, de despertarlos, de recibirlos, etc.

    Vamos a reflexionar ahora juntos sobre las cosas que ocurren en este proceso de separación y transformación, y a presentar algunas sugerencias que te ayudarán a sobrellevar adecuadamente esta etapa, sabiendo que Dios está presente en cada momento de nuestro peregrinaje por esta vida.

    El nido vacío

    Cuando los hijos se van del hogar, los padres se ven forzados a reflexionar sobre su lugar en el mundo y la validez de su proyecto de vida, ya sea solos, o como pareja. Este fenómeno se conoce como el «Síndrome del nido vacío«. Cuando los hijos comienzan a tomar vuelo propio, se plantea uno de los momentos más difíciles para aquellos padres que han construido su proyecto de vida en base a la familia. Y es en ese momento de la vida en la que los padres nos quedamos huérfanos de nuestros hijos. Se nos salieron del asiento de atrás y pasaron a tomar el volante de sus propias vidas. Este es el tiempo de hacer una evaluación de nuestra vida.

    Y es que cuando los hijos se van, el espejo de la vida nos refleja cómo está la relación matrimonial o la falta de una pareja, y dónde han quedado los intereses y objetivos propios. Los padres que han sabido ocuparse de sí mismos y de su pareja, tanto como de sus hijos, encuentran que la vida les ofrece una oportunidad para disfrutar de sus logros y gozar del orgullo de ver a sus hijos realizarse. Pero para aquellos padres que truncaron su vida por algún motivo, este es el momento en que deberán decidir qué hacer con su vida, reactivar sus sueños, o quedarse en la desolación del «nido vacío».

    La etapa del nido vacío no tiene que ser algo negativo. En una relación equilibrada, ya sea de pareja o con uno mismo, el «nido vacío» es una expectativa que algunos padres llegan a anhelar. Se vislumbra como una etapa de mayor libertad en la que podrán retomar aficiones abandonadas o aspirar a nuevos objetivos.

    Cuando los hijos se van es el momento propicio para que los padres hagan una reevaluación de su matrimonio y desarrollen una relación distinta, de adulto a adulto, entre ellos y también con los ex niños que se han ido de casa. Como toda etapa, este cambio supone dificultades, ya que hay que articular nuevos mecanismos de adaptación y ajuste, pero también es una etapa llena de nuevas oportunidades.

    Es bueno recordar que el hecho de que nuestros hijos se vayan de casa y sean independientes, es también nuestro éxito. Durante muchos años hemos luchado para que aprendieran a ser autosuficientes y lo hemos conseguido.

    Sugerencias prácticas

    A continuación les presentamos una lista con recomendaciones que diferentes especialistas dan a los padres que transitan por esta etapa de la vida:

    * Asume que tener el «nido vacío» significa ausencia de los hijos en la vida cotidiana, pero también plenitud de espacio propio y exclusivo para ti.

    * Si sientes dolor, sé sincero. Hay que vivir con naturalidad el duelo de la pérdida. Manifiesta y comparte esos sentimientos de dolor, soledad y miedo ante la nueva etapa.

    * Reconoce los aspectos positivos de lo que acaba de concluir y de la etapa que comienza.

    * Ahora que además de espacio y tranquilidad dispones de más tiempo, considera las posibilidades: retoma un hobby viejo, aprender uno nuevo, busca otro trabajo, comienza un programa de lectura en casa, arregla todas las fotos familiares en álbumes, etc.

    * Tanto como tu agenda y presupuesto te lo permitan, organiza un viaje. Date el gusto.

    * Pregúntate cómo quisieras llegar a los 80 años en tu vida personal, amigos, hobbies, pasiones, trabajo. Ponte objetivos y analiza lo que quieres lograr.

    * Reorganiza tu tiempo, de modo que dediques unas horas cada día al ejercicio físico, a las salidas y a entretenimientos diversos.

    * Propicia encuentros con amistades quizás algo desatendidas.

    * Una buena sugerencia, más si eres una persona viuda o separada, es adoptar una mascota. Es una manera de canalizar angustias en algo positivo. Si eres una de esas personas que siempre quiso tener un perro o un gato pero no tenías tiempo para cuidarlo o espacio para que esté cómodo (o simplemente nunca te animaste a tenerlo), esta es tu oportunidad.

    Conclusión

    Recuerda que la relación con tus hijos no se ha terminado porque se mudaron de tu casa, sino que se ha modificado. Planea visitarlos e invítalos a que te visiten. Ahora que has criado a tus hijos, los has preparado para enfrentar la vida de adultos y ya se han ido de casa, es momento de disfrutar la nueva etapa de tu vida. Si tu nido está vacío, quizá sea hora de llenarlo con nuevas experiencias.


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