DETALLE DE LO TRATADO
INTRODUCCIÓN
Ya está por comenzar la Semana Santa, durante la cual estaremos acompañando los acontecimientos que, hace más de 2.000 años, culminaron en la crucifixión y muerte de Jesucristo, el Hijo de Dios, en lo que hoy conocemos como el Viernes Santo.
Las estadísticas dicen que el 68% de los habitantes de los Estados Unidos sufren de tanatofobia, o sea, tienen miedo a morir. Este miedo ocupa el segundo lugar a nivel nacional, mientras que el primer lugar lo ocupa la glosofobia, que es el miedo a hablar en público.
Cada vez que la muerte nos toca de cerca, ya sea porque se muere un ser querido o una persona, o porque recibimos un diagnóstico complicado, lo común es que nos surjan preguntas con respecto a la muerte.
Así es que hoy vamos a comenzar a hablar sobre el tema de la muerte y a tratar de responder algunas de las preguntas más comunes, como:
DÓNDE BUSCAR LAS RESPUESTAS
Las respuestas que las personas dan acerca del «más allá» son muchas y muy variadas. Se han escrito libros enteros al respecto, en los cuales sus autores cuentan sus experiencias personales. ¿Pero será que son confiables? Es más, ¿será que existen respuestas confiables, o sólo podemos especular?
Es cierto que algunas personas pueden haber tenido experiencias de muerte cercana y también es cierto que no todas las experiencias personales son fruto de la imaginación. Pero eso no quiere decir que sean la verdad absoluta acerca de la vida después de la muerte.
Como queremos alejarnos de las «conjeturas», hoy vamos a tratar de responder a esas preguntas a partir de lo que dice la Palabra de Dios.
¿Y si nos morimos en un naufragio? ¿O si fuimos cremados y nuestras cenizas fueron esparcidas en el océano o en una montaña lejana?
No importa. Cuando Jesús venga, todos los cuerpos van a ser restaurados y cambiados en forma, para ser como el cuerpo resucitado de Jesús y vivir así en la eternidad.
No. Cuando las personas mueren, no se vuelven ángeles ni asumen atributos divinos. Los ángeles son creaciones únicas y específicas de Dios; son seres celestiales creados al principio del tiempo para servir al hombre.
No debemos esperar compartir los poderes milagrosos de Dios en la vida después de la muerte. Quienes mueren no se vuelven omnipresentes (capaces de existir en más de un lugar al mismo tiempo), u omniscientes (que todo lo saben).
La Biblia enseña que Jesús volverá a la tierra para el juicio final de los vivos y los muertos. En ese momento-y no antes-traerá con él las almas de todos los que murieron. Los cuerpos de los muertos serán levantados de la tierra, transformados para la inmortalidad y reunidos con sus espíritus para la eternidad.
Por las historias y enseñanzas de la Biblia sabemos que los muertos no andan merodeando por el mundo o cuidando a sus seres queridos como fantasmas invisibles pero siempre presentes.
También sabemos que es imposible comunicarnos con quienes han muerto por medio de una persona que dice tener el poder de «canalizar» la voz del muerto, o llevar a cabo sesiones espiritistas para invitar al muerto a una reunión con los vivos. Por lo tanto, no debemos consultar a quienes practican lo oculto con la esperanza de comunicarnos con los seres queridos muertos.
Los muertos no son capaces de comunicarse con nosotros, ni nosotros con ellos. Sólo Dios es Señor de los vivos y de los muertos. A través de la oración, los creyentes podemos pedirle a Dios que comparta nuestros pensamientos con nuestros seres queridos que han muerto. Y también a través de la oración, Dios nos consuela al hacernos saber que ellos están bien.
Continuamos con este tema en el próximo programa…
Recursos: