¿Ha puesto Dios en tu corazón un sueño que te parece imposible de alcanzar, un anhelo que crees que nunca vas a lograr, un proyecto que no vas a poder realizar? No los veas como un imposible ni escuches las voces que buscan desanimarte para que te rindas. Al contrario, preséntate ante Dios, el Señor de lo imposible, con ese sueño, anhelo o proyecto. En el Evangelio de Lucas leemos:
«Y Jesús les respondió:
‘Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios'» (Lucas 18:27)
Dios puede ordenarle al mar que se calme, multiplicar panes y peces, hacer caminar a un paralítico, darle la vista a un ciego y volver a la vida a un muerto. Así también, puede ordenar que se cumpla ese sueño, anhelo o proyecto que Él ha puesto en tu corazón. Acude a Él.
En esta temporada de fiestas es muy fácil dejarse llevar por el torbellino de cosas que la sociedad nos ofrece y perder de vista lo que realmente importa. Por eso hoy queremos alentarte a que recuerdes el verdadero significado de la Navidad, que es la celebración de la llegada al mundo de Jesús, el Hijo único de Dios, quien vino a traer perdón, esperanza, amor y salvación a todos los que creen en Él. Juan 1 dice:
“Entonces la Palabra se hizo hombre y vino a vivir entre nosotros. Estaba lleno de amor inagotable y fidelidad. Y hemos visto su gloria, la gloria del único Hijo del Padre” (Juan 1:14 NTV)
Que esta Navidad sea una oportunidad para compartir el regalo más grande de todos: el amor de Dios manifestado en Jesucristo. Y que, en gratitud por ese regalo incomparable de Dios, vivamos reflejando Su amor y gracia a los demás.
La confianza en Dios es fundamental en la vida de quienes creemos en Él. En medio de las pruebas y tribulaciones que la vida nos presenta, podemos confiar en que Dios, en su soberanía y fidelidad, siempre nos sostendrá y fortalecerá. Escuchemos lo que nos dice su Palabra, donde en Proverbios 3, leemos:
«Confía en el Señor con todo tu corazón; no dependas de tu propio entendimiento. Busca su voluntad en todo lo que hagas, y él te mostrará cuál camino tomar» (Proverbios 3:5-6 NTV)
Cuando depositamos nuestra confianza en Dios, Él nos libera de la ansiedad de no saber si estamos haciendo lo correcto y nos hace descansar tranquilos, sabiendo que Él está obrando todas las cosas para nuestro bien. Entonces, acércate hoy a Él en oración reconociendo su poder, sabiduría y amor inquebrantables, y pídele que aumente tu fe y te ayude a confiar en Él cada día más.
En esta época del año es tradición reunirnos con familiares y amigos para compartir un tiempo y una comida especial. Sin embargo, es bueno recordar que más que una simple tradición, estos días de Acción de Gracias son una oportunidad para honrar a Dios por sus bendiciones y practicar la gratitud como un estilo de vida cristiano. La Biblia dice en 1 Tesalonicenses 5:
“Sean agradecidos en toda circunstancia, pues esta es la voluntad de Dios para ustedes, los que pertenecen a Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:18 NTV)
Que estos días sean una ocasión para compartir nuestras bendiciones con quienes nos rodean y para recordar la fidelidad de Dios en nuestras vidas. Y que nuestras mesas sean un lugar de alegría, comunión y gratitud, que reflejen el amor de Cristo a todos los que nos rodean.
Los ancianos son una fuente invaluable de conocimiento y perspectiva. Sin embargo, en medio de las exigencias de la vida moderna, en nuestra sociedad la atención y el respeto hacia los ancianos a menudo se descuidan. Escuchemos lo que nos dice la Palabra de Dios, donde en el libro de Levítico 19, leemos:
«Ponte de pie en la presencia de los ancianos
y muestra respeto por las personas de edad» (Levítico 19:32a NTV)
Honrar a nuestros mayores no sólo es una expresión de respeto humano, sino también un mandato divino. Dios nos exhorta a levantarnos delante de las canas y mostrar reverencia hacia aquellos que han acumulado años de experiencia y sabiduría.
Te exhorto a que, a partir de hoy, honres a los ancianos que tienes en tu vida valorando su sabiduría y experiencia. Pero, sobre todo, a que le des gracias a Dios por ellos.
A menudo caemos en creer que el dinero y las posesiones materiales son la clave para encontrar la felicidad. Sin embargo, la Biblia nos advierte sobre los peligros de amar el dinero más que a Dios y cómo esto puede desviarnos de lo que realmente importa en la vida. En 1 Timoteo 6 dice:
“Porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, por el cual, codiciándolo algunos, se extraviaron de la fe y se torturaron con muchos dolores” (1 Timoteo 6:10 LBLA)
El dinero puede proporcionar comodidades temporales, pero no la verdadera felicidad. No caigas en la trampa de la tentación tratando de hacerte rico cueste lo que cueste, porque eso puede llevarte a la ruina y la condenación. En cambio, vive en fe una vida recta y de acuerdo a la voluntad de Dios.
Nunca es fácil atravesar por un problema, una enfermedad o una limitación que se sale de nuestro alcance. Nuestro primer impulso es pedirle a Dios que nos quite la aflicción. Sin embargo, son los momentos difíciles los que nos hacen fuertes. Escuchemos el testimonio del apóstol Pablo:
«Sé vivir con limitaciones, y también sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado,
tanto para estar satisfecho como para tener hambre, lo mismo para tener abundancia que
para sufrir necesidad; ¡todo lo puedo en Cristo que me fortalece!»
Filipenses 4:12-13
Aferrado a Cristo, toda tormenta de la vida te hará más fuerte para seguir adelante. Que la esperanza cierta que Dios nos da en su Palabra nos sostenga hasta el final.
Se dice que los ojos son nuestra ventana al mundo, ya que a través de ellos disfrutamos de la hermosa creación de Dios. También son una herramienta que nos permite enfocarnos con precisión, aunque fácilmente pueden enfocarse incorrectamente. En su carta a los efesios, el apóstol Pablo nos dice:
«… hemos sido creados en Cristo Jesús para realizar buenas obras,
las cuales Dios preparó de antemano para que vivamos de acuerdo con ellas.»
Efesios 2:10
Pidámosle a Dios que nos ayude a dejar de mirarnos a nosotros mismos para enfocarnos en la razón por la cual fuimos creados, esto es, responder al llamado de Dios de hacer el bien a quienes nos rodean.
Nuestros pensamientos son las semillas que plantamos en nuestra mente, y de su cultivo depende la cosecha de nuestras acciones y actitudes. Como seres reflexivos, somos desafiados a dirigir nuestra mente hacia pensamientos nobles que reflejen la verdad y la bondad. En Filipenses 4 leemos:
“… todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto mediten” (Filipenses 4:8 LBLA)
Este versículo nos orienta hacia una reflexión consciente, cultivando los pensamientos que honren a Dios y edifiquen nuestras vidas. Gobernar nuestros pensamientos es más que un ejercicio de autocontrol; es un acto de adoración y transformación, porque la calidad de nuestros pensamientos afecta directamente la calidad de nuestra vida.
Las actitudes son las pinturas con las que coloreamos la tela de nuestras vida y las canciones que se escuchan en nuestras interacciones diarias. Somos desafiados a sembrar actitudes que reflejen la luz y el amor divino, por lo que cultivar actitudes saludables no es sólo un ejercicio externo, sino un proceso interno de renovación. En Efesios 4 leemos:
“Dejen que el Espíritu les renueve los pensamientos y las actitudes” (Efesios 4:23b NTV)
Busquemos diariamente alinear nuestras actitudes con la verdad y el amor de Dios. En la medida en que lo hacemos, vamos reflejando cada vez más el carácter de Cristo y participamos en la construcción de un mundo donde el amor y la gracia divina resplandecen. Seamos hoy una fuente de luz y esperanza para quienes se cruzan nuestro camino.