La alegría
La alegría no la encontramos en las circunstancias cambiantes de la vida, sino en el amor y el cuidado constante del Señor. La alegría es un regalo divino que ilumina incluso los días más oscuros que podamos tener. Su alegría no es una alegría superficial, sino un río profundo que fluye desde la fuente inagotable de la gracia divina. El Salmo 4 dice:
«Tú has hecho que mi corazón rebose de alegría, alegría mayor que la que tienen los que disfrutan de trigo y vino nuevo en abundancia» (Salmo 4:7 NVI).
Es mi oración que la alegría en el Señor sea tu fortaleza en medio de la adversidad y que cada día, en cada circunstancia, la compartas con quienes te rodean. Porque la alegría que Jesús nos da no se desvanece, sino que brilla incluso en las noches más oscuras.