La esperanza
La esperanza no es meramente un deseo vago, sino una realidad arraigada en la plenitud de la fe. Es como un ancla, anclada en la realidad de la presencia de Dios. El apóstol Pablo nos brinda una visión profunda de la esperanza cuando nos dice en Romanos 15:
«Que el Dios de la esperanza los llene de toda alegría y paz a ustedes que creen en él, para que rebosen de esperanza por el poder del Espíritu Santo» (Romanos 15:13 NVI)
Que nuestra esperanza no sea superficial ni temporal, sino arraigada en la promesa de nuestro Salvador. En cada desafío, en cada incertidumbre, que la esperanza en Dios sea nuestro ancla seguro. Que abundemos en esperanza, no por nuestro propio poder, sino por el poder del Espíritu Santo que obra en nosotros.