Tú eres importante y de mucho valor para Dios. Él sacrificó la vida de su propio Hijo, quien derramó su sangre para que tú puedas tener una vida plena ahora y por la eternidad. Aunque pasen cosas insólitas e inesperadas en tu vida, Dios siempre está a tu lado. No lo dudes ni por un solo instante. En Isaías 54 leemos lo siguiente:
«Las montañas podrán cambiar de lugar, los cerros podrán venirse abajo, pero mi amor por ti no cambiará. Siempre estaré a tu lado y juntos viviremos en paz. Te juro que tendré compasión de ti» (Isaías 54:10 TLA)
Ten muy presente no sólo la compasión del Señor por ti sino también, y más importante que todo, que el Señor te ama con amor eterno.
Cuando nos equivocamos, cometemos un error o pecamos, pero acudimos a los pies del Señor con corazón arrepentido, Él nos perdona. No importa lo que hayas hecho o lo que haya sucedido, si llegas a Jesús arrepentido las cosas cambiarán y serán transformadas. En Isaías 1, el Señor nos dice:
«Aunque sus pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos. Aunque sean rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana» (Isaías 1:18 RVA-2015)
Te hago una exhortación: busca y recibe hoy el perdón de Dios en su plenitud. Eso incluye que te perdones a ti mismo y no vivas más atormentado por los pecados cometidos. Dios te limpia para que vivas libre de culpas y puedas servir a Él de todo corazón y con alegría.
En esta vida tenemos victorias, triunfos, alegrías, como también derrotas, fracasos y tristezas. No debemos permitir que estas cosas controlen nuestra vida. De las victorias triunfos y alegrías dale gracias a Dios, de las derrotas, fracasos y tristezas aprende, échalos fuera y sigue hacia adelante. No importa lo que esté sucediendo, por muy malo o bueno que parezca o por muy triste o alegre que sea. La Biblia dice en Habacuc 3 lo siguiente:
«Aun así, yo me regocijaré en el Señor, ¡me alegraré en Dios, mi libertador!» (Habacuc 3:18 NVI)
Párate firme, recapacita sobre lo que está sucediendo y sin importar las situaciones o circunstancias que se te presenten, regocíjate en el Señor.
Hay quienes piensan que Dios está muy lejos. Sin embargo, Dios está al alcance de una mirada por la ventana: lo podemos ver en las aves del cielo, el mar que ruge, en el viento que sopla, en las estrellas que brillan. En fin, la obra de sus manos está reflejada en toda la naturaleza. Pero, más aún, Dios está presente cuando dos o tres se reúnen para orar en Su nombre, está presente en los sacramentos y en Su Palabra. Él está presente y dispuesto a recibirnos. Como dice Hebreos 4:
«Acerquémonos con toda confianza al trono de la gracia de nuestro Dios. Allí recibiremos su misericordia y encontraremos la gracia que nos ayudará cuando más la necesitemos» (Hebreos 4:16 NVI)
Te invito a que te acerques hoy al Señor, quien te espera con los brazos abiertos.
¡Qué maravilloso es tener buenos amigos! Amigos que cuando los necesites digan presente y te den un buen consejo, y para los cuales tú también estés presente cuando ellos te necesiten. Los amigos verdaderos van a animarte o reprenderte cuando sea necesario. Por esa razón, debemos esforzarnos por tener buenas amistades: a los amigos se les cultiva. Proverbios 18 dice:
«El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo» (Proverbios 18:24a RVR1977)
Te invito a que a partir de hoy te muestres como un amigo sincero y te esfuerces por cultivar tus amistades estando presente en sus vidas, aunque sea a través de la distancia. Pero, por sobre todas esas cosas, que te esfuerces por ser una bendición para ellos apoyándote en Jesús.
La planificación es muy importante cuando tenemos entre manos un proyecto que queremos llevar a cabo con éxito. Si no planificamos, lo más seguro es que nos cueste mucho realizarlo o que fracasemos en el intento de cristalizarlo. Pero más importante que la planificación es pedirle al Señor que ese proyecto esté en sus planes y propósitos para nuestra vida y que sea Él quien nos guíe y acompañe en su realización. El Salmo 138 nos dice:
«Dios mío, tú cumplirás en mí todo lo que has pensado hacer.
Tu amor por mí no cambia, pues tú mismo me hiciste. ¡No me abandones!» (Salmo 138:8 TLA)
Hoy te invito a que pongas todo lo que estás planeando hacer en las manos del Señor. Él sabe lo que es mejor para ti, y nunca te va a defraudar.
Muchas veces cuando estamos en medio de una preocupación, un problema o tal vez una necesidad, podemos sentir que no tenemos salida, que ya no hay nada que hacer. Puede ser que nos sintamos acorralados, pero realmente eso no es así. Cuando acudimos al Señor siempre vamos a tener una salida, porque él escucha nuestro clamor. En Isaías 65 leemos:
«Antes que me llamen, yo les responderé;
todavía estarán hablando cuando ya los habré escuchado» (Isaías 65:24 NVI)
Hoy te invito a que le presentes al Señor las peticiones de tu corazón con la confianza de que Él te escucha, así como un padre escucha a su hijo.
Cuando estés pasando por una situación que te parezca muy dura y creas que vas a desmayar, no dudes que el Señor estará contigo y que sentirás su presencia. Dios no quiere destruirte sino bendecirte. Cuando sientas que la noche es muy larga, confía en que pronto amanecerá y el amor de Dios por ti se manifestará. El Salmo 77 nos dice:
«Tú eres el Dios que realiza maravillas;
el que despliega su poder entre los pueblos» (Salmo 77:14 NVI)
Hoy te invito a que confíes en el Señor. Pídele que Él sea tu amparo y fortaleza, y tu ayuda segura en momentos de angustia. Verás que Él hace y hará maravillas a nuestro favor.
Para que ocurran cambios en nuestras vidas son necesarias tres cosas: la oración, la intervención de Dios y la voluntad de querer cambiar. En ocasiones queremos cambiar a nuestro prójimo, pero lo cierto es que no tenemos el poder para cambiar a nadie. No tratemos de hacerlo, procuremos ayudar, guiar, bendecir y sobre todo orar para que todos tengamos un corazón dispuesto al cambio que Jesús quiere hacer en nosotros, de modo tal que lo que salga de nuestro corazón sea para bendición de todos. La Biblia dice en Juan 7:
«El que cree en mí, como dice la Escritura,
ríos de agua viva correrán de su interior» (Juan 7:38 RVS-2015)
¿Cómo cambiaría tu vida, y la vida de quienes te rodean, si a partir de hoy te pusieras a disposición de Dios para que Él te use para ser de bendición para todos?
Estar ‘bajo la influencia’ significa estar controlado por algo o alguien que no sea uno mismo. Quién eres, qué eres y dónde estás hoy lo debes a la influencia de muchas personas. La compañía que tienes influye en tu forma de pensar; tu forma de pensar influye en tus acciones; tus acciones influyen en tu carácter y tu carácter determina tu destino. La influencia es imposible de escapar. Así sucedió con los discípulos de Jesús. En Hechos 4 leemos:
Al ver la confianza de Pedro y de Juan, y dándose cuenta de que eran hombres sin letras y sin preparación, se maravillaban, y reconocían que ellos habían estado con Jesús (Hechos 4:13 LBLA).
Proponte pasar tiempo bajo la influencia de Jesús. Lee su Palabra y pasa tiempo con él en oración. Porque cuanto más tiempo pases con él, más serás como él.