Para que ocurran cambios en nuestras vidas son necesarias tres cosas: la oración, la intervención de Dios y la voluntad de querer cambiar. En ocasiones queremos cambiar a nuestro prójimo, pero lo cierto es que no tenemos el poder para cambiar a nadie. No tratemos de hacerlo, procuremos ayudar, guiar, bendecir y sobre todo orar para que todos tengamos un corazón dispuesto al cambio que Jesús quiere hacer en nosotros, de modo tal que lo que salga de nuestro corazón sea para bendición de todos. La Biblia dice en Juan 7:
«El que cree en mí, como dice la Escritura,
ríos de agua viva correrán de su interior» (Juan 7:38 RVS-2015)
¿Cómo cambiaría tu vida, y la vida de quienes te rodean, si a partir de hoy te pusieras a disposición de Dios para que Él te use para ser de bendición para todos?
Estar ‘bajo la influencia’ significa estar controlado por algo o alguien que no sea uno mismo. Quién eres, qué eres y dónde estás hoy lo debes a la influencia de muchas personas. La compañía que tienes influye en tu forma de pensar; tu forma de pensar influye en tus acciones; tus acciones influyen en tu carácter y tu carácter determina tu destino. La influencia es imposible de escapar. Así sucedió con los discípulos de Jesús. En Hechos 4 leemos:
Al ver la confianza de Pedro y de Juan, y dándose cuenta de que eran hombres sin letras y sin preparación, se maravillaban, y reconocían que ellos habían estado con Jesús (Hechos 4:13 LBLA).
Proponte pasar tiempo bajo la influencia de Jesús. Lee su Palabra y pasa tiempo con él en oración. Porque cuanto más tiempo pases con él, más serás como él.
¿Te encuentras sin ánimo? ¿Estás listo para rendirte? Ya lo has intentado todo pero no has logrado los resultados que buscabas. De pronto te encuentras con que simplemente dejas de esperar algo bueno. Has experimentado demasiadas decepciones y tienes miedo de soñar. Jesús sabe cuánto te has esforzado y hoy te invita a intentarlo de nuevo, pero esta vez con él. Eso hicieron los discípulos de Jesús. En Lucas 5 leemos:
Maestro—respondió Simón—, hemos trabajado mucho durante toda la noche y no hemos pescado nada; pero si tú lo dices, echaré las redes nuevamente (Lucas 5:5 NTV).
Aunque estés luchando con depresión y recuerdos atormentadores, desempleo, adicción, fracaso financiero o una enfermedad, el Señor de los nuevos comienzos quiere caminar contigo. Si lo dejas, él te mostrará qué hacer.
¿Cuál será tu legado? Un legado es algo que dejamos a las generaciones que nos siguen. Pueden ser posesiones que ponemos en manos de otros. Pueden ser principios que vivimos que continúan más allá de nuestras vidas. Y también pueden ser personas cuyas vidas son mejores como resultado de habernos conocido. Podemos dejar un legado que bendiga a las generaciones que nos sigan. La Biblia dice en Proverbios 13:
El hombre bueno deja herencia a sus nietos; el pecador amasa fortunas que serán del justo (Proverbios 13:22 DHH).
¿Cómo quieres que tus seres queridos te recuerden? Cuando se me acabe el tiempo aquí, ¿Seguirás influyendo en los demás para Dios después de haberte ido? Proponte ser la mujer o el hombre bueno que deja un legado que bendiga a las próximas generaciones.
Cuando Jesús murió, quienes creemos en él morimos con él. Cuando Jesús resucitó, quienes creemos en él nos levantamos con él para llevar una vida nueva. Cuando Jesús venció al pecado y la muerte en la cruz y por fe pasó a ser tu Salvador, Dios te posicionó en Cristo. Ahora, cuando te mira, te ve revestido de la justicia de Cristo. Pablo lo explica de esta manera en Romanos 8:
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios, y si hijos, también herederos, herederos de Dios y coherederos con Cristo (Romanos 8:16-17a RVR1960).
Cuando caminamos como herederos de Dios, comenzamos a identificar y reclamar las bendiciones que Él nos ha prometido en su Palabra: gracia, perdón, sanidad, provisión, guía, fortaleza y vida eterna.
¿Cómo superamos las heridas en las relaciones? ¿Cómo hacen dos personas para combinar perspectivas diferentes y crear una relación amorosa y satisfactoria? Hay un ingrediente muy especial llamado «gracia» que debe agregarse a la mezcla, extendiendo a la otra persona la misma gracia que Dios te extiende a ti. Ayuda a sanar las heridas de los lastimados. Ayuda a triunfar a los derrotados. Da fuerza a quienes luchan por superarse. La gracia restaura el corazón y resuelve los problemas de un espíritu atormentado. En 2 Pedro 3 leemos:
… crezcan en la gracia y en el conocimiento
de nuestro Señor y Salvador Jesucristo
(2 Pedro 3:18b NBLA).
La gracia que Dios nos da, debemos extenderla a aquellos que necesitan nuestra compasión y amor. Hemos sido llamados a extender a los demás el mismo amor y gracia que Dios nos ha mostrado.
¿Por qué nos cuesta tanto cambiar? Comenzamos una dieta y a las dos semanas la abandonamos. Nos anotamos en un gimnasio para ir a hacer ejercicio, y antes de que pase un mes ya no vamos más. Queremos ser positivos, pero la negatividad nos gana. Parece que no tenemos en nosotros el poder necesario para cambiar. Al hablar de la resurrección de Jesús, la Biblia usa la palabra «poder», dynamis del griego, que puede ser una fuerza explosiva o una fuente constante de poder. Efesios 1 dice:
… cuán incomparable es la grandeza de su poder a favor de los que creemos. Ese poder es la fuerza grandiosa y eficaz que Dios ejerció en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos … (Efesios 1:19-20b NVI).
En Cristo, tenemos tanto esa fuerza explosiva, como esa fuente constante de poder. Él puede romper las cadenas que nos atan y deshacer los límites que nos imponemos.
A veces, cuando necesitamos aliento, es bueno prestar atención a lo que dicen nuestros críticos. Después de todo, ¡nadie patea a un perro muerto! Si alguien te critica, es porque estás haciendo algo positivo; de lo contrario, ni siquiera te notarían. Vista a través de este marco, la crítica puede fortalecer nuestra fe. Piensa que Dios tiene una estrategia para cada batalla. Así que no ores solo por la victoria, sino pídele a Dios que te muestre la estrategia que te llevará a ella, según su voluntad. La Biblia dice en el Salmo 127:
Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican (Salmo 127:1 RVR1960).
Una visión dada por Dios siempre será más grande que la persona que está llamada a cumplirla. Dios sabe cuánto peso puedes manejar, qué cosas necesitas y cómo encajará todo en tu vida. Entonces, apóyate en Él y permite que Él te guíe.
Este año enfrentarás algunas montañas y atravesarás algunos valles. Y necesitas ambos. La fuerza obtenida al escalar y conquistar tu última montaña es lo que te llevará a través de tu próximo valle. Es en el valle donde crece la fruta más dulce. Eso es porque está regado por arroyos que fluyen de las montañas. Este año Jesús quiere que seas más fructífero en su servicio. ¿Qué tipo de fruto está buscando Dios en tu vida este año? Pablo nos dice en Gálatas 5:
…el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia,
amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio.
No hay ley que condene estas cosas
(Gálatas 5:22b-23 NVI).
Entonces este nuevo año, cuando enfrentes una montaña o atravieses un valle, recuerda que Dios está contigo.
El fin de un año crea temor en algunas personas por no saber lo que el nuevo año habrá de depararles. Pero no tiene por qué ser así. Tenemos razones suficientes para confiar en que el Señor tiene preparadas cosas buenas para nuestra vida. Vamos a conocer a nuevas personas, vamos a tener nuevos amigos, vamos a adquirir más conocimiento, vamos a ser prosperados, en fin vamos a ver que la mano bondadosa de Dios nos va a acompañar cada día de este nuevo año. Lamentaciones 3 dice:
El gran amor del Señor nunca se acaba,
y su compasión jamás se agota.
Cada mañana se renuevan sus bondades;
¡muy grande es su fidelidad! Por tanto, digo:
«El Señor es todo lo que tengo.
¡En él esperaré!»
(Lamentaciones 3:22-24 NVI)
Comencemos el nuevo año tomados de la mano de Dios, confiando en que su provisión es constante e interminable.