¿Qué pasaría si trataras de tomar un caldo con un tenedor? ¡Sería un desastre! Lo mismo sucede con la vida. Si esperas ser feliz buscando poder, estatus o logros, ¡va a ser un desastre! Escuchemos lo que Jesús les dice a sus discípulos en Marcos 10:43-45:
«… aquel de ustedes que quiera hacerse grande será su servidor,
y aquel de ustedes que quiera ser el primero, será su esclavo.
Porque ni siquiera el Hijo del Hombre vino para ser servido,
sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.»
Si el Hijo de Dios vino para servir y no para ser servido, cuánto más nosotros debemos seguir su ejemplo. Pidámosle hoy a Dios que cambie nuestro corazón egoísta por un corazón servicial que esté dispuesto a vivir para los demás.
Quizás has escuchado muchas veces la descripción del amor perfecto en 1 Corintios 13:4-7, donde dice:
«El amor es paciente y bondadoso; no es envidioso ni jactancioso, no se envanece;
no hace nada impropio; no es egoísta ni se irrita; no es rencoroso; no se alegra de la injusticia,
sino que se une a la alegría de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.»
Pero, ¿alguna vez has amado de esa manera? Dios te ama con ese amor perfecto y te ha dado la capacidad de amar también a quienes te rodean. Hoy te reto a que te propongas llevar un estilo de vida de amor. Te reto a que te atrevas a amar con el amor que Dios te ha dado, que es el amor con el cual Él te ama.
¿Se te ha ocurrido pensar que todos llevamos una etiqueta en la espalda con la lista de las cosas buenas que hacemos por los demás? Muchos revisan nuestra etiqueta y, si nuestra lista no les gusta, se alejan y nos juzgan. Pero Dios no es así: él nos ama sin condición, sin revisar nuestra etiqueta. Delante de él no tenemos que tratar de justificar nuestro valor. En 1 Corintios 1:30-31, la Palabra de Dios nos dice:
«… ustedes están unidos a Cristo Jesús, a quien Dios ha hecho nuestra sabiduría
—es decir, nuestra justificación, santificación y redención—
para que, como está escrito: ‘Si alguien ha de gloriarse, que se gloríe en el Señor'».
Pídele hoy a Dios que te afirme en su amor incondicional que te perdona y justifica por medio del sacrificio de su Hijo Jesús.
¡Qué difícil es ver sufrir a un hijo! El acoso y hostigamiento escolar se ha convertido en un verdadero problema para nuestros niños y adolescentes. Sin embargo, no debemos angustiarnos ni desesperarnos. Dios nos llama a actuar en su favor y a descansar en sus promesas. En 1 Corintios 10:13b, el apóstol Pablo nos asegura que:
«… Dios es fiel y no permitirá que ustedes sean sometidos a una prueba más allá de lo que puedan resistir, sino que junto con la prueba les dará la salida, para que puedan sobrellevarla.»
Hoy te invito a que le pidas a Dios que envuelva a tus hijos en su amor y los mantenga siempre bajo su cuidado, para que nada ni nadie pueda lastimarlos ni apartarlos de Él. Dios está con tus hijos y los hace fuertes en medio de los problemas. Descansa en sus promesas.
Dios tiene un propósito para que estés donde estás. Él quiere que disfrutes la vida. En Eclesiastés 5:19, leemos:
A todo hombre a quien Dios ha dado riquezas y bienes,
lo ha capacitado también para comer de ellos, para recibir su recompensa y
regocijarse en su trabajo: esto es don de Dios.
Cuando comprendes esto, aprendes a disfrutar de tu trabajo y a cumplir con tus responsabilidades con eficiencia y profesionalismo. No hay nada más reconfortante que saber que Dios tiene un plan para tu vida.
Hoy te aliento a que, más allá de la situación en la que te encuentres, busques de honrar a Dios allí donde él te ha colocado.
¿Alguna vez comenzaste algo y no lo terminaste? ¡Qué difícil es terminar todo lo que uno comienza! Es que lo bueno en la vida requiere esfuerzo, sacrificio y constancia. Todo éxito tiene un precio. En Mateo 24:10-13, Dios nos dice:
«… muchos tropezarán, y unos a otros se traicionarán y odiarán.
Muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos;
y tanto aumentará la maldad que el amor de muchos se enfriará.
Pero el que resista hasta el fin, será salvo».
¿Cómo resistir hasta el fin? Con la ayuda de Dios. Él es quien nos fortalece la fe a través de su Palabra y sus medios de gracia. Aunque el mundo parezca estar al revés, con su ayuda podemos seguir firmes hacia adelante y terminar con gozo este camino.
¿Alguna vez has ido al mar? ¿Qué haces cuando ves venir una ola? ¿Te hundes en el agua o la montas con denuedo y valentía? Me gusta pensar que la vida entera es como un mar, con muchas olas de cambios, retos, alegrías y duelos. El Salmo 65:7 nos recuerda:
«Tú sosiegas el estruendo de los mares,
acallas el estrépito de sus olas
y silencias el alboroto de los pueblos».
Aun en medio de esas olas de cambios y desafíos es posible disfrutar de la vida que Dios nos ha dado. Cuando confiamos en que Dios nos acompaña en todo momento, podemos montar con confianza el estruendo de los mares de la vida y el estrépito de sus olas, sabiendo que Él está en control.
¿Te sientes ansioso porque no sabes en qué te estás metiendo? ¿Te embarcas en una nueva relación, un nuevo trabajo o un área desconocida donde no tienes todas las respuestas, y como no sabes exactamente lo que está involucrado, estás ansioso? ¡No lo estés! Escucha la Palabra de Dios para ti hoy, tomada de Deuteronomio 31:6:
¡Así que sé fuerte y valiente! No tengas miedo ni sientas pánico…
porque el Señor tu Dios, él mismo irá delante de ti.
No te fallará ni te abandonará.
Dondequiera que te esté llevando la vida, lleva contigo estas promesas. Y cuando tu confianza comience a flaquear apóyate en ellas, sabiendo que Dios honrará su Palabra.
¿Te has detenido a pensar cuál es tu propósito en la vida? Llega un momento en la vida de todos cuando inevitablemente nos hacemos las preguntas fundamentales de la vida: quiénes somos, a dónde vamos y para qué estamos en el mundo. En 1 Corintios 10:31, el apóstol Pablo nos dice:
«Ya sea que coman o beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios».
Independientemente de las diferentes metas y objetivos personales que tengas en tu vida, nunca pierdas de vista tu propósito principal: el propósito perfecto de Dios para tu vida. Dios te llamó para poner tu confianza en él y servir a los demás en su nombre, para que lleves a otros a los pies del Salvador y así darle gloria a Él.
Generalmente, los latinos en los Estados Unidos sentimos mucho orgullo de nuestras raíces. Ondeamos nuestras banderas, tocamos nuestra música y tratamos de enseñarle español a nuestros hijos. Pero muchas veces ese orgullo latino nos lleva a la división entre nosotros mismos, y en vez de considerarnos hermanos nos atacamos unos a otros. 2 Crónicas 20:6 nos dice:
«Señor y Dios de nuestros padres, tú eres Dios en los cielos,
y dominas sobre todos los reinos de las naciones;
en tus manos están la fuerza y el poder. ¡No hay quien pueda oponerse a ti!»
Puede que tengamos ancestros y banderas diferentes. Puede que hablemos español, spanglish o solo inglés. Pero la realidad es que los latinos y todas las etnias somos hermanos, pues tenemos un mismo Padre quién es el rey de todos los reinos y naciones. Te invito a que dejes atrás las divisiones y rivalidades, y aceptes a tus hermanos latinos con el amor de Dios.