¿Es posible la reconciliación? El apóstol Pablo, líder de la primera iglesia cristiana, nos dice:
«… por medio de Cristo [Dios] nos reconcilió consigo mismo y nos dio el ministerio de la reconciliación: esto es, que en Cristo, Dios estaba reconciliando al mundo consigo mismo, no tomándole en cuenta sus pecados y encargándonos a nosotros el mensaje de la reconciliación». 2 Corintios 5:18-19
La reconciliación es posible porque a través del ministerio, muerte y resurrección de Cristo, Dios nos reconcilió con él y nos hizo hijos suyos. Si Dios nos ha perdonado nuestros pecados, ha cancelado la deuda que teníamos con él y nos ha dado su Espíritu Santo, ya tenemos todo lo que necesitamos para reconciliarnos con quienes nos han ofendido o lastimado.
Hoy te exhorto a que consideres seriamente el encargo que Dios te ha hecho de llevar el mensaje de la reconciliación a quienes te rodean.
Muchas veces, cuando estamos enojados, le echamos la culpa al destino o a otras personas o situaciones, cuando en realidad con quien estamos enojados es con Dios. Nuestras riñas con Dios y con los demás a menudo son intentos desesperados que hacemos para sobrevivir en un mundo lleno de frustraciones y en donde las injusticias están a la orden del día.
Job, el gran sufridor del Antiguo Testamento, dirigió su enojo hacia Dios cuando le preguntó:
«¿Acaso está bien que me oprimas, que desprecies esta creación de tus manos
y te pongas de parte de los impíos?» Job 10:3
Quizás tú sientas la misma ira y frustración que tuvo Job y quieras descargarlos contra Dios, que parece estar ignorando tu situación o incluso ayudando a que la misma suceda. Si es así, exprésale tu enojo. Dios siempre está dispuesto a mostrarte cómo superarlo y a ayudarte a curar tu dolor.
El perdón es uno de los regalos más hermosos que Dios nos ofrece. Cuando estamos dispuestos a entregarlo a otros, Dios añade belleza, paz, gozo y poder a nuestra vida. Veamos lo que nos dice la Biblia al respecto:
Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: ‘Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar
a mi hermano que peca contra mí? ¿Hasta siete veces?’ ‘No te digo que hasta siete veces,
sino hasta setenta veces siete’, le contestó Jesús. Mateo 18:21-22 NVI
La mejor forma de hacerlo es con la ayuda de Dios. ¿Qué te parece si te acercas hoy a Dios en oración y le pides que te ayude a perdonar y a buscar la reconciliación con las personas de las cuales estás distanciado?
Cuando actuamos movidos por el odio y sin el dominio propio que corresponde a quienes caminan con Dios, estamos sujetos a experimentar las consecuencias de nuestros actos. Mientras que el amor practicado trae paz, el odio causa discordias y separaciones, y nos envuelve con malhumor, inquietud y aislamiento. La Palabra de Dios nos dice:
El odio provoca peleas pero el amor cubre todas las ofensas. Proverbios 10:12 NTV
Hoy te invito a que confieses ante el Señor los malos pensamientos, rencores y deseos de venganza que haya en tu corazón. Pídele a Dios que te dé la fuerza necesaria para perdonar y olvidar las ofensas recibidas, y que allí donde hubo odio ponga Su amor.
El verdadero amor acepta el precio de amar sin reclamar nada, así como Jesucristo aceptó el sufrimiento, las injusticias y la muerte por amor a nosotros. El verdadero amor se entrega totalmente, pues tiene una confianza plena. El verdadero amor tiene paciencia y acepta a la persona amada así como es. El apóstol Pablo lo dice así:
El amor… todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor jamás dejará de existir. 1 Corintios 13:7-8
Dios, el Amor por excelencia y fuente de todo amor, no cambia ni desaparece y nunca dejará de existir. Que esto te sirva de consuelo y fortaleza para tu vida y te anime a conocerle un poco más cada día.
En su primera carta a los corintios, el apóstol Pablo nos habla del amor. Allí describe algunas de sus características, diciendo:
En otras palabras, el verdadero amor comparte el dolor, siempre tiene buenas intenciones, se alegra por el bien de la persona amada, no hace nada que esté fuera de la voluntad de Dios ni busca su propia satisfacción y está siempre pronto a perdonar y olvidar. ¿Difícil? Claro que sí. ¿Imposible? De ninguna manera cuando amamos con el amor que Dios nos ha dado.
La Biblia nos habla mucho sobre el amor. En su primera carta, el apóstol Juan nos dice:
Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros: en que Dios envió al mundo a su Hijo unigénito, para que vivamos por él. 1 Juan 4:7-9 RVC
Dios es amor. Y ese amor hizo que enviara a su hijo Jesucristo al mundo a dar su vida en sacrificio por nosotros. Gracias al perdón que ese sacrificio nos ganó, podemos ahora amar así como Dios nos ama. Hoy te animo a que pongas en práctica la exhortación del apóstol Juan de amarnos los unos a otros.
Todos queremos vivir mejor, queremos hacer las cosas bien y vivir en paz. Pero por más que nos esforzamos, nos resulta imposible lograrlo todo el tiempo. En medio de nuestras preguntas y anhelos de tiempos mejores, el mensaje de Dios es bien claro: su misericordia eterna se manifiesta entre nosotros, asegurándonos que nos ama. Escuchemos lo que dice en Su Palabra:
Yo te amo con amor eterno.
Por eso te he prolongado mi misericordia. Jeremías 31:3
Dios está tan cerca de nosotros, que su corazón late al ritmo de nuestras necesidades y acompaña compasivamente nuestro sufrimiento, dándonos consuelo y gozo. Dios no nos ama desde lejos sino que, a través de su hijo Jesús, vino a darnos su amor para esta vida y por la eternidad.
Muchas veces, a lo largo de la vida, pasamos por situaciones dolorosas, enfermedades, falta de trabajo, pérdidas, separaciones y tantas otras cosas más. En esos momentos, es bueno que recordemos las palabras del salmista cuando dice:
A las montañas levanto mis ojos; ¿de dónde ha de venir mi ayuda? Mi ayuda proviene del Señor,
creador del cielo y de la tierra. No permitirá que tu pie resbale; jamás duerme el que te cuida.
Salmo 121:1-3 NVI
Dios no nos dice que nuestra vida va a ser fácil, pero sí nos promete que, tanto en la vida como en la muerte, Él va a estar con nosotros. Y si Dios está con nosotros, nuestro camino va a ser siempre seguro. Le pido a Dios que, al igual que el salmista, tú también puedas decir y sentir que tu ayuda proviene del Señor.
Cuando somos incapaces de resolver algo por nosotros mismos, buscamos la ayuda de un experto o profesional, según sea la necesidad que tengamos.
Dios, quien nos creó, conoce muy bien nuestras capacidades. Pero aun así, y más allá de todo lo que sepamos o podamos aprender, el salmista nos dice:
Encomienda al Señor tu camino;
confía en él, y él actuará. Salmo 37:5 NVI
La invitación está hecha. ¿Qué te parece si hoy reconoces que Dios sabe más que tú en todas las áreas de la vida y que le puedes pedir ayuda, con la certeza de que Él siempre responde de acuerdo con su voluntad?