Cuando hacemos una promesa a alguien, la mayoría de nosotros vamos a hacer todo lo posible por mantener nuestra palabra, especialmente si ese «alguien» a quien le prometimos algo es nuestro hijo o nuestra hija. Sin embargo, cuando nos hacemos una promesa a nosotros mismos, muchas veces no la cumplimos, especialmente las mujeres.
Cuando eso nos suceda, quizás nos venga bien seguir el ejemplo de Aquél que nunca deja de cumplir sus promesas. La Biblia nos dice:
Si estás criando a tus hijos tú sola o tu solo, tu vida está sobrecargada de responsabilidades y exigencias que no te dejan tiempo para ti mismo. Pero, aun así, tienes que estar bien para poder hacerte cargo de tus hijos y proveerles todo lo que necesitan. Hoy queremos alentarte a que te cuides, compartiendo contigo la invitación y promesa que te hace nuestro Señor Jesucristo:
Te invitamos a que hagas tuya esta promesa de Jesús, para así encontrar en él el reposo que necesitas en tu vida.
Una de las tantas cosas de las cuales como hispanos podemos sentir orgullo, es que estamos siempre prontos para enfrentar desafíos y no renunciar a nuestros sueños, a pesar de los obstáculos que se nos presenten. Es claro que a veces sentimos como que los desafíos son tantos, que las fuerzas se nos terminan y ya no podemos seguir más.
En momentos así, te invitamos a que recuerdes las siguientes palabras de Jesús:
Aparte del idioma, los hispanos tenemos muchas cosas que nos caracterizan: nos gusta hablar y reírnos fuerte, somos fanáticos del fútbol, nos gusta bailar, nuestra vida gira alrededor de nuestra familia, respetamos a nuestros mayores, etc. Pero a veces, al no estar viviendo en nuestros países de origen, nos resulta difícil expresar nuestra cultura y sentirnos «en casa».
Cuando esto nos suceda, ell apóstol Pablo en su carta a los filipenses, nos dice:
Comenzar una nueva vida en un país extraño, muchas veces sin dominar el idioma y sin el apoyo de familiares y amigos, puede resultar agotador. Las tareas comunes como encontrar vivienda, trabajo, escuela para los niños y atención médica, de pronto se vuelven abrumadoras.
Sin embargo, no estamos solos. Escuchemos lo que Dios nos promete en su Palabra:
«Mientras vivas nadie podrá hacerte frente, porque yo estaré contigo…
No te dejaré, ni te desampararé.» Josué 1:5
Es nuestra oración que esta promesa te acompañe cada día de tu vida.